martes, 30 de septiembre de 2014

Recuerdo de construcción del Ferrocarril Trasandino. Los Andes (Chile) - Mendoza (Argentina). Puente de 75 metros sobre el río Mendoza. Km 49 de Mendoza.(año 1907)






 ingenieros y médico de la Trasandine Railway Company al ingeniero responsable, Sr. Alex R. Gulliver. 1907. Archivo Nacional Histórico de Chile. Colección Alex R. Gulliver

Inauguración del Cine SPORTSMAN, Paso de los Andes 1634, Departamento de Godoy Cruz. (16 Marzo de 1950) Mendoza





Buenos Aires. Fábrica Talleres y Panadería "Viuda de Canale e hijos", sobadora de pan dulce, c. 1920.



Documento fotográfico. Inventario 229043.
Archivo General de la Nación

Del chasqui al Facebook...Cartas perfumadas que viajaban en carreta

Cartas perfumadas que viajaban en carreta, sobres lacrados que eran enviados por tren. En el siglo XIX, el correo argentino unía lejanos destinos a pesar de malones, asaltantes y penurias de la tracción a sangre. Hasta que el teléfono entró en nuestras vidas, ¿cuánto tardaban en llegar nuestros mensajes?


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Hoy, que la comunicación es instantánea por medio de celulares y computadoras, que internet ha revolucionado el siglo XXI, que las redes sociales se agregaron al diálogo interpersonal, a los más jóvenes quizá les parezca ciencia ficción la manera en que nuestros abuelos se comunicaban.
Mas rápido que una tortuga 

Hace doscientos años, las comunicaciones eran muy lentas. Tanto, que el correo tardaba más de 15 días en entregar una correspondencia que salía de Mendoza con destino a Buenos Aires. A eso se llamaba ‘correo extraordinario’ que era solamente para correspondencias oficiales y que trataban temas urgentes del gobierno. Las privadas venían en carreta y tardaban aproximadamente unos 45 días.
En aquella época se utilizaba un sistema de postas que estaban distribuidas a 30 kilómetros una de otra y era allí en donde se reponían los caballos para seguir el denominado “postillón” -persona que llevaba el correo- hacia el destino indicado. Por supuesto que los caminos no eran nada fáciles de transitar. Y a eso se sumaba el ataque de los indios y de algunos maleantes que andaban perdidos en el campo.
En Mendoza, la Administración de Correos se encontraba  frente a la Plaza Mayor -hoy Pedro del Castillo-.

Comunicación para todos

A finales del siglo XIX, llegó el ferrocarril a Mendoza, que fue uno de los medios que revolucionó al mundo, tanto en el transporte como en la comunicación postal.  
A través del tren, la comunicación se popularizó, ya que éste podía trasladar de un lugar a otro miles de cartas con cierta rapidez, puesto que tardaban unos días. Ahora no solamente el Estado era el único que tenía acceso rápidamente a la comunicación, sino también hasta el más humilde de los habitantes tenía derecho a ella.
Esto produjo un cambio muy importante en la estructura postal de nuestro país y por supuesto en Mendoza. Recordemos que las cartas o las esquelas, eran los únicos medios que se tenía de contacto con las personas. 
 Aparte del ferrocarril, vino acompañado otro sistema importantísimo llamado telégrafo que constaba de un manipulador que llevaba un impulso eléctrico a través de un código de tic llamado clave Morse -nombre de su inventor- Solamente muy pocos conocían y podían manejar este complejo pero instantáneo medio. Así nació  también el telegrama.

Teléfonos para pocos 

El teléfono llegó a Mendoza en 1885 y fue traído por la Empresa Marquat, que lo extendió por las zonas más céntricas de la ciudad. 
La compañía se llamaba “Teléfonos de Mendoza” y estaba ubicada en la calle Unión (hoy peatonal Sarmiento) y 9 de Julio de Capital. 
Al principio contaba con más de 100 usuarios que abonaban una suma de $ 6 al mes, una verdadera fortuna para esos tiempos. 
Entrado el siglo XX, se produjo  un importante avance técnico de este medio y pronto las empresas vieron el potencial comercial que esto produciría al abaratar costos y brindar un servicio para muchas personas.
En los años ‘50, ‘60 y ‘70  el uso del teléfono fijo se popularizó y todos podían hablar desde sus casas.

El cartero siempre llama dos veces

Desde hace varios años, con los nuevos adelantos técnicos, se ha perdido el escribir y enviar una carta. Verdaderamente era todo un rito: el trazo sobre papel y la lapicera elegida, una carta que luego se cerraba en un sobre para depositarla en el buzón de la estafeta. Existían tres forma de enviar una carta: simple, certificada y expreso. La primera tardaba una semana, con mucha suerte; la segunda, dos o tres días; la tercera, un día. 
La carta pasaba por diferentes procesos y finalmente era el cartero que golpeaba la puerta de la casa trayendo las noticias.

Hola, ¿cómo estás?
Todo cambió en muy pocos años. La revolución digital nos hizo comprender que comunicarse hoy es cosa de segundos. El tener un teléfono móvil nos da cierta autonomía y rapidez en la comunicación; a ello se suma otra alternativa que son los mensajes de textos -las antiguas cartas o telegramas-. Además, en estos aparatitos podemos chatear -conectarnos  y escribir con otra persona directamente- enviar fotos, videos, a través de internet.
Hoy, los niños y jóvenes no comprenden cómo el abuelo no entiende los alcances de un teléfono celular o, incluso, cómo no se prende a chatear o tener una red social. Es que antes, enviar un mensaje era algo tan delicado y especial que nadie ni siquiera soñaba con la posibilidad de que fuera instantáneo.

Carlos Campana - las2campanas@yahoo.com.ar
Fuente: http://www.losandes.com.ar/article/tunel-tiempo-chasqui-facebook...-509837

Antiguos Portones de Palermo, en la Av. Sarmiento. Buenos Aires







Calle céntrica del Departamento de Tupungato. Invierno de 1928. Mendoza


Fuente: Archivo Histórico de Mendoza

lunes, 29 de septiembre de 2014

Recuerdo de construcción del Ferrocarril Trasandino. Los Andes (Chile) - Mendoza (Argentina). Rio Blanco, Los Andes, Valparaíso, mirando hacia Mendoza. km 205 (año 1907)


ingenieros y médico de la Trasandine Railway Company al ingeniero responsable, Sr. Alex R. Gulliver. 1907. Archivo Nacional Histórico de Chile. Colección Alex R. Gulliver.

Calle Sáenz Peña del Departamento de Luján de Cuyo, arteria de acceso al Dique Cipolletti y Cacheuta (año 1945) Mendoza




Boy Scouts Argentinos Plana mayor de la compañía General Belgrano. (año 1930) Mendoza




Ayer y Hoy - Capítulo 4 - "Café, café..." (Historia de Mendoza)

Sabes como lucía Mendoza en la década de 1960?




Una producción de Zafiro Contenidos.

Salta, vista panorámica, c.1880.

Foto: Salta, vista panorámica, c.1880.
Documento Fotográfico. Inventario 213319

Documento Fotográfico. Inventario 213319
Archivo General de la Nación

Av. Bartolomé Mitre. Ciudad Capital de Mendoza (año 1910) Argentina




Fuente: Archivo Historico de Mendoza

domingo, 28 de septiembre de 2014

Recuerdo de construcción del Ferrocarril Los Andes (Chile) - Mendoza (Argentina). La Calavera, lado chileno del túnel de La Cumbre. km 178 de Mendoza (año 1907)


ingenieros y médico de la Trasandine Railway Company al ingeniero responsable, Sr. Alex R. Gulliver. 1907. Archivo Nacional Histórico de Chile. Colección Alex R. Gulliver. 

Anuncios publicitarios de Kodak de la década de 1910.

En febrero de 1900, la primera de las famosas cámaras Brownie se introdujo. Se vendió por $ 1 y la película  se vendió por 15 centavos de dólar el rollo. Por primera vez, el hobby de la fotografía estaba dentro del alcance financiero de prácticamente todo el mundo. Aquí hay una colección de 10 anuncios hermosos de una de las primeras cámaras Kodak Brownie en la década de 1910.







Fuente:  http://www.shootingfilm.net/2014/09/10-beautiful-vintage-kodak-camera.html





Foto Antigua. Empleados de DisneyLand en la cafetería (1961)

foto cambia percepcion tiempo10

El boom de los velocípedos (bicicletas) en Mendoza. Fines del Siglo XIX

A fines del siglo XIX llegó a nuestra provincia un medio de transporte que revolucionaría las veredas (primero) y las calles (después). La bicicleta, que entonces era conocida como velocípedo, se extendió a gran velocidad durante aquellos años.


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Fue a fines del siglo XIX que la bicicleta llegó a Mendoza de la mano de un señor de origen francés llamado Laffont, quien la introdujo mediante un evento. Poco tiempo después, la afición por el ciclismo se hizo cada vez más popular en los mendocinos que coparon las calles de la ciudad, trayendo algunos problemas a los transeúntes y causándoles algunos dolores de cabezas a las autoridades municipales y provinciales.
¿Velocípedo? Y eso qué es...

La bicicleta, conocida por entonces como velocípedo, llegó a Mendoza a través del destacado velocipedista Laffont, quien el 24 de octubre de 1886, ofreció una demostración en este novedoso aparato en la entonces plaza Lima - hoy Italia-. Además, desafiaba a los intrépidos mendocinos que se animaran a competir contra él. Aquel domingo, gran parte de los mendocinos se hicieron presente en la plaza en donde se improvisó una especie de hipódromo para realizar el espectáculo. A las 14 horas, se inició el programa de actividades con una carrera pedestre de dos vueltas. Al finalizar la banda de música interpretó varios temas musicales como polcas. Luego, llegó le llegó la hora a la nueva novedad denominada velocípedo a la que el público había pagado 0.50 centavos para verlos. La carrera duró cuatro vueltas. Después le tocó el turno a otros velocípedos, pero esta prueba fue más compleja y debían competir los participantes con un tilburi tirado por un caballo al  trote y dar ocho vueltas alrededor de la plaza. Por último, se realizó otra  carrera en velocípedo compitiendo con un caballo de silla al trote. Los participantes que lograran vencer estas pruebas serían compensados con una importante suma de dinero. La mayoría abandonó.

Calles del infierno 

Fue tanto el furor que causó aquel aparato metálico de rueda delantera  gigante que ciento de mendocinos circulaban por toda la ciudad. Por aquel tiempo, un jovencito no más de 14 años, pretendía ser un buen velocipedista y utilizaba todas las mañanas las verdaderas de las principales calles de la ciudad para practicar. El inconsciente pibe, a veces perdía el equilibrio en su aparato y en varias oportunidades estuvo a punto de romper vidrieras y atropellar a varias personas. Fue tal la impotencia de varios vecinos que  fue denunciado a la policía y hasta los periódicos de aquella época, lo destacaron en sus páginas. Luego de esto, el pibe, no tuvo otra alternativa que transitar por las calles.  La popularidad del velocípedo se hizo sentir. Ciento de estas máquinas a pedal circulaban por todos lados, a tal punto que las autoridades no estaban preparadas para reglamentar a estos aparatos. 

Los bicipolicías 

A fines del siglo XIX, el gobierno provincial inició la compra de unos cien aparatos para incorporarlos a una sección de policías con el fin de patrullar las calles en bicicletas. Estos agentes estaban facultados para atrapar a ladrones o acudir súbitamente a controlar cualquier urgencia. Pero muchos de los uniformados eran imprudentes al pasar por las veredas llenas de peatones como bólidos y en algunos casos, atropellando a los que se le ponían en el medio con la consecuencia de ser agredidos verbalmente por los transeúntes. Fue entonces que el gobierno tuvo que interceder con penas a "los cuidadores del orden" para establecer el orden en la ciudad.

La Alameda, encuentro del pedal

La bicicleta comenzó a tener una gran incidencia en lo social y los más pudientes realizaban sus travesías en bellos pasajes como el de la Alameda. Allí, cientos de personas se lanzaban a pedalear por aquel histórico paseo los días sábados y domingos.También no faltaron en ese lugar las competencias ciclísticas en esos grandes armatostes con la presencia del público que alentaban a sus competidores preferidos. El velocípedo o la bicicleta, fue por muchos años un problema para las autoridades. Para normalizar todo ese furor y prevenir de graves accidentes, el municipio de Capital implementó varias ordenanzas. Pero, como es de costumbre, en su mayoría nunca fueron cumplida estrictamente por los "pedalistas". Inclusive, se propuso para evitar desgracias personales, que las bicicletas llevaran una especie de cascabel para avisar o advertir al transeúnte, la circulación del rodado.

Carlos Campana - las2campanas@yahoo.com.ar
Fuente: http://www.losandes.com.ar/article/el-boom-de-los-velocipedos-en-mendoza


La Avenida San Martín. Ciudad Capital de Mendoza (año 1923).




sábado, 27 de septiembre de 2014

Arthur Davidson, uno de los cuatro fundadores de la motocileta Harley-Davidson, con una de sus primeras motos.

Foto: Arthur Davidson, co-fundador de motocicletas Harley-Davidson, con una de sus primeras bicicletas.

Recuerdo de construcción del Ferrocarril Trasandino, Mendoza (Argentina) - Los Andes (Chile). Valle de Las Cuevas, mirando desde Paramillo de Las Cuevas hacia Mendoza. km 170 de Mendoza (año 1907)



Ingenieros y médico de la Trasandine Railway Company al ingeniero responsable, Sr. Alex R. Gulliver. 1907. Archivo Nacional Histórico de Chile. Colección Alex R. Gulliver.

Publicidad Gráfica de Cigarritos, La Señorita. (año 1903)




FábricaCertificadoDirecciónProvinciaAñosMarcas
Adolfo Massimino Victoria 1327Capital1916-1922Ananke, Bernina, Clarisa, La Mascota, La Señorita, Regal, Santos, Santos Vega, Veleda

Heriberto Chaine: entre fierros y la "Chanchita”, un deportista Mendocino ejemplar (1914-1969)

Su única hija, Betty, recuerda la pasión de su padre por el automovilismo deportivo como eximio mecánico y acompañante de Pichón Castellani en el TC y los viejos Grandes Premios de los años ’40 y ’50. También incursionó en motociclismo, jugó y fue árbitro de básquetbol....





En la  casa de la calle  Presidente Derqui al 85, en su querido Godoy Cruz, la propiedad que adquirió en 1960, donde Heriberto Chaine, que había nacido el 4-7-14, transcurrió los últimos años de su vida, es como si el tiempo se hubiera detenido para siempre en homenaje a su memoria, después de su muerte el 14-8-69, a los 54 años de edad. 

En cada rincón de la amplia y confortable vivienda se encuentra un testimonio que recuerda su proficua trayectoria en la que desarrolló distintas etapas como deportista y dirigente, además de su actividad privada en el rubro del transporte.
Porque el “Chino”, como se lo identificó en su círculo más íntimo, aunque también se lo conoció como “El Chueco”, resultó principalmente un preparado y capacitado mecánico de autos y motos, el eterno acompañante en las décadas del ’40 y del ’50 y parte del ’60 del inolvidable Julio César Castellani en las carreras del TC y de los viejos Grandes Premios de esos lejanos tiempos. 



Dirigente del Tomba y dueño de Transportes Chaine


Fue además jugador y árbitro de básquetbol, dirigente del Expreso, donde llegó a ocupar el cargo de vicepresidente en la gestión de don Ángel Rodríguez, a fines de los ’60, fundador el 12-08-33 y primer presidente del club Martín Güemes, en la calle del mismo nombre en Godoy Cruz, co-fundador del Cóndor Moto Club en los ’50  y creador en 1952 de Transportes Chaine, la empresa que trasladaba  a los obreros de YPF a los pozos de petróleo en la zona de Palauco, en el departamento de Malargüe.
En esa época conducía la famosa “Chanchita”, tan popular en esos tiempos con sus asientos de madera y angosto pasillo, su primer colectivo, al que le hizo la carrocería en la conocida Carrocería La Porteña de entonces, con la que demoraba tres días en el viaje ida y vuelta al sur de la provincia por la antigua Ruta 40. 
Un cuadro con su rostro sonriente, copas, trofeos, plaquetas y  pergaminos enmarcados,  que certifican sus logros y éxitos deportivos, ocupan un lugar destacado en las  paredes y muebles con vitrinas del comedor y living comedor del cálido y acogedor hogar. Donde hoy residen su única hija, Elisa Beatriz Chaine, y su marido Segundo Coria, el “Negro” en la intimidad de la familia, que se completa con las tres hijas mujeres del matrimonio, todas casadas:   Adriana, Roxana y Fernanda y ocho nietos.

La señora Betty es la artesana que con inmenso amor, profunda admiración y un gran respeto ha reunido todos esos nobles símbolos del pasado de su amado padre que muestra con lógico orgullo.  Ha guardado incluso el cronómetro de la época en que corría, su silbato de referí de básquetbol, los carnets de socio vitalicio del Tomba, otorgado en 1965, del club Martín Güemes y del Cóndor Moto Club, y hasta la conceptuosa carta que recibió el 19-12-56, con la firma de su secretario Teófilo Acevedo, cuando la Asociación Argentina de Volantes lo aceptó como socio honorario. 



Un navegante, al mejor estilo del rally
Además, en otro hecho conmovedor, su hija conserva intactas las hojas de ruta de las duras etapas de aquellos antiguos Grandes Premios y las pequeñas servilletas de papel en las que escribía con letra grande y muy prolija los accidentes del  camino para conocimiento de “Pichón”, que al volante devoraba los kilómetros de cada parcial. 
Así por ejemplo: pleno asfalto, sólo ripio, recta larga, curva peligrosa, arroyo seco, caudaloso río, puente a la izquierda, peligroso badén y sinuoso precipicio, entre otros detalles, que se debían tener en cuenta en la carrera. 
Una pequeña aguja con la que medía el paso de la nafta, escudos de clubes deportivos vinculados al automovilismo y antiguas fotos en blanco y negro completan ese cofre de infinitos recuerdos en las que aparece por ejemplo con “Tino” Castellani, cuando las carreras de motociclismo se organizaban en las instalaciones del Hipódromo. Otras con volantes de los años ’40 como Pablo Politti,  Ecio Torriglia y el propio “Pichón”, rodeados de gente y de hinchas. 
Hay imágenes de la cupecita Ford V 8 en plena competencia con el marco espectacular del público colmando los cerros de la clásica Viñas y Sierras de Luján de Cuyo en los ’50. 
Y se puede apreciar la curiosa y simpática “Chanchita”, su primer micro de larga distancia, de una flota que llegó a tener 25 coches con unidades mucho más modernas con el paso del tiempo. A su muerte en 1969, don Segundo se hizo cargo de la empresa que cerró en 1997, cuando las empresas petroleras abandonaron los pozos que explotaban.
 “Cuando esto ocurrió se indemnizó a todos los choferes y a los demás empleados administrativos y de otros servicios como correspondía”, revela íntimamente satisfecho de haber honrado siempre el apellido Chaine.




Otros recuerdos  


José María Andreucetti, esposo de Adriana, la hija mayor de Betty, activo dirigente y jefe de Seguridad de la Federación Mendocina de Automovilismo, que goza de la máxima confianza del titular de esa entidad, José Titi Scordo Lara; delegado de la Asociación Argentina de Volantes Zona Cuyo; miembro de la CDAM (Comisión Deportiva Automovilística Mendocina; ex campeón mendocino (1994) y ex campeón sanjuanino (1995) del Grupo 2 del Zonal Cuyano, y amigo personal del Flaco Juan María Traverso, comparte además de su esposo, la amable y nostálgica charla en la que Betty realiza una completa reseña de su padre: “Mi papá fue el menor de ocho hermanos, tres varones y cinco mujeres, hijo de padre francés y de madre argentina. 

De los varones, Augusto se hizo militar y Alberto fue un político muy conservador. Quedó huérfano de madre a los cuatro años y lo crió una hermana mayor de 17. 
Sólo completó el ciclo primario porque muy joven se empleó en un taller mecánico propiedad de los Arria, en Godoy Cruz. Aprendió a hacer de todo, a armar y desarmar motores, y como tenía tanta fuerza por su contextura física apretaba las bielas sólo con sus manos, sin necesidad de herramientas. El papá pesaba 123 kilos y era tan fuerte que podía levantar el auto que reparaba con una sola mano. 
Siempre vestía con su mameluco blanco, y cuando salía de casa lucía impecable, pero cuando volvía a la noche mi mamá Teresa tenía que sumergir la ropa en nafta para poder lavarla y sacarle las manchas de grasa que traía”. 


De chofer a empresario



Betty prosigue el relato: “El primer trabajo importante que consiguió fue como chofer de la empresa CATA y a veces viajaba con pasajeros dos veces al día a Chile. Salía de madrugada, regresaba, volvía a partir y llegaba nuevamente de noche. 



Cuando pudo progresar con mucho esfuerzo se compró una rural y continuó viajando a Chile, pero ahora de manera particular. Claro que compartía esa actividad con el automovilismo deportivo, porque era el mecánico y el acompañante de “Pichón” en las competencias de Turismo Carretera.
En ese país hizo amistad con el piloto chileno Bartolomé Ortiz, que luego vino en varias oportunidades a correr a Mendoza. En la época de los Grandes Premios recorría la ruta y anotaba en servilletas de papel las principales características de los tramos por los que debían pasar. 



Lo anecdótico es que durante mucho tiempo nunca tuvo auto y cuando salíamos a dar algún paseo nos llevaba en el colectivo con que habitualmente viajaba a Malargüe. Siempre resultó un muy buen padre, porque nunca nos hizo faltar nada y se sacrificaba por nosotras. Se casó en agosto de 1937, cuando tenía 27 años y yo fui su única hija”.



Su estrecha relación con los hermanos Castellani



Betty, que es docente y profesora de piano, y que fue regente durante 12 años del Colegio José Vicente Zapata, trae a su agradecida memoria otras anécdotas o recuerdos de aquel hombre tesonero e incansable según su relato: “En 1952 compró la empresa Sol de Mayo, que pasó a llamarse Transportes Chaine. Un 29 de diciembre ganó la licitación para trasladar al personal de YPF y el 1 de enero debía tener los coches listos para el primer traslado. 



Tino Castellani cerró su taller de la calle San Juan, que tenía salida por Rioja, en el centro de la ciudad, dos días, para acondicionar los nuevos vehículos a los que les puso su nombre e hizo pintar con dos tonos grises y una fundita roja. Los Castellani eran cuatro hermanos varones: Spartago, Hugo, Florentino (Tino) y Julio César (Pichón) y aunque corrió con Pichón y tuvo una relación familiar con Hugo, que era su cuñado, su amigo del alma resultó Tino, con el que compartió la época del motociclismo, cuando se corría en la pista del Hipódromo. 



De chico jugó al básquetbol en el Club Martín Güemes, del que había sido fundador y su primer presidente, comisión que también integraban Aldo Dapás, Jorge Nara y Antonio Hualpa, entre otros. 



Como su otra gran pasión era el fútbol, en los ’60 se relacionó con el club Godoy Cruz y con José Carbini donó las torres de iluminación del nuevo estadio, que eran torres de petróleo en desuso. En agosto de 1969 el papá trabajó activamente en la organización de un partido amistoso entre el Tomba y Boca Juniors, que se disputó el viernes 15 de ese mes y que ganó el visitante por 1 a 0. 



Además fue el responsable de ir a recibir en Luján de Cuyo al presidente Alberto Jacinto Armando, para trasladarlo personalmente al hotel donde se tenía que alojar, porque la delegación venía de San Rafael. Sin embargo el jueves 14 a la mañana,  un día que corrió un viento Zonda muy fuerte, mientras leía en el diario el anuncio del partido para la jornada siguiente, se quedó quieto y dormido para siempre, porque había sufrido un paro cardíaco”.

“El deporte mendocino está de duelo: se fue el “Chino”, eterno acompañante de “Pichón”. Ha muerto Heriberto Chaine” dijo Los Andes en un emotivo artículo publicado el día siguiente. 





El beso de la vida, 1967


Tomado en 1967 por Rocco Morabito, esta es una de las fotografías más potentes que hemos visto. Llamado " The Kiss of Life "de la foto, que muestra a un trabajador utilidad llamada JD Thompson dar respiración boca a boca al compañero de trabajo Randall G. Champion después de que él se fue tras el contacto inconsciente con una línea de alta tensión.

Buenos Aires. Estación Temperley, año 1905.

Foto: Buenos Aires. Estación Temperley, año 1905.
Documento fotográfico. Inventario 45679.

Documento fotográfico. Inventario 45679.
Archivo General de la Nación

Edificio de Playas Serranas, recién inaugurado (año 1937)


Fuente: Archivo Histórico de Mendoza

viernes, 26 de septiembre de 2014

Recuerdo de construcción del Ferrocarril Los Andes Mendoza. Cumbre del Uspallata mostrando la boca argentina del túnel Cumbre, mirando hacia Chile. km 173 de Mendoza. (año 1907)


ingenieros y médico de la Trasandine Railway Company al ingeniero responsable, Sr. Alex R. Gulliver. 1907. Archivo Nacional Histórico de Chile. Colección Alex R. Gulliver.


Provincia de Salta, Campo de la Cruz donde tuvo lugar la batalla dada por Belgrano (foto año 1883)


La 
batalla de Salta fue un enfrentamiento armado librado el 20 de febrero de 1813 en Campo Castañares, hoy zona norte de la ciudad de Salta, norte de la República Argentina, en el curso de la Guerra de Independencia de la Argentina. El Ejército del Norte, al mando del general Manuel Belgrano y de Eustoquio Díaz Vélez como mayor general o segundo jefe, derrotó por segunda vez a las tropas realistas del brigadier Juan Pío Tristán, a las que había batido ya en septiembre anterior en la batalla de Tucumán. La rendición incondicional de los realistas garantizó el control del gobierno rioplatense sobre buena parte de los territorios del antiguo Virreinato del Río de la Plata, aseguró la región y permitió a los patriotas recuperar, provisoriamente, el control del Alto Perú.




Ayer y Hoy - Capítulo 3 - "Héroes" ¿Sabes cuánto arriesga un bombero? ¿Qué hace minutos antes de ir a rescatar a alguien? (Historia de Mendoza)



Una producción de Zafiro Contenidos



Una colección de fotos interesantes de la moda de la década de 1900














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