sábado, 7 de julio de 2018

Preparando el campo para la plantación en el establecimiento "La Sevillana", en Chuña, Córdoba.


Escuela Número 134. Correo Salinas. Localidad de Las Polvaredas, departamento de Las Heras. (año 1973) Mendoza


Yerba mate paraguaya. Flor de Lis. Revista Caras y Caretas, N° 791. Buenos Aires, 29 de noviembre de 1913.


Palacio Ortiz Basualdo, Buenos Aires c.1910.


Carros de lecheros en la estación Constitución. Buenos Aires 1908.


La fascinante historia de "Miss inhundible", la argentina que sobrevivió al naufragio del Titanic, del Britannic y al choque del Olympic


De milagro su nave sigue a flote, tiene tremendo agujero en el casco, pero logras llegar a puerto.


Pues eso le ocurrió a comienzos del siglo XX a una mujer llamada VioletJessop, que viajaba en el transatlántico británico RMS Olympic cuando este colisionó con un buque de guerra frente a las costas británicas en 1911.

Después de semejante experiencia, es muy probable que nunca más quisieras subirte a una embarcación, ¿verdad?

No fue el caso de Jessop. Lejos de evitar la navegación, volvió a subirse el año siguiente a otro enorme barco, quizás el más famoso de todos los tiempos (a pesar de que navegó por muy pocos días): el RMS Titanic. Tenía 24 años cuando estuvo involucrada en uno los desastres marítimos más recordados de la historia, cuando el Titanic se hundió en el helado Atlántico a solo cuatro días de haber comenzado su viaje inaugural, el 15 de abril de 1912.

Increíblemente, también sobrevivió y no estuvo entre las más de 1.500 víctimas. Pero eso no detuvo a Jessop. Siguió subiendo a otras embarcaciones. ¡Y siguió sufriendo naufragios!

En 1916, en plena Primera Guerra Mundial, se enlistó como enfermera de la Cruz Roja a bordo del HMHS Britannic, un transatlántico reconvertido en buque hospital que navegaba por el mar Egeo cuando fue atacado por los alemanes. El barco se fue a pique en menos de una hora.

Pero Violet Jessop también vivió para contarlo. Sus padres habían estado entre la oleada de inmigrantes irlandeses que llegó a Argentina a finales del siglo XIX.

Violet nació el 2 de octubre de 1887 cerca de Bahía Blanca, en el sur de la provincia de Buenos Aires, donde su padre trabajaba como pastor de ovejas.

Fue la mayor de seis hermanos.

Su espíritu luchador se puso a prueba de muy joven: de pequeña contrajo tuberculosis y los médicos le dieron tres meses de vida.

Su familia entera se mudó a la provincia de Mendoza, en el occidente, sobre la cordillera de los Andes, para que el clima la ayudara a sanar. Y así fue, algo considerado milagroso en esa época.

Sin embargo, quien perdió la vida fue su padre. Y tras su muerte, su madre decidió instalar a la familia en Inglaterra, donde consiguió trabajo como camarera con la naviera Royal Mail Line.

Cuando comenzó a tener problemas de salud, Violet -ya de 21 años- buscó trabajo para mantener a la familia y consiguió un puesto similar al de su madre, en la misma empresa.

Fue así que comenzó su relación con los barcos. Pero la historia le reservaría una conexión muy particular con tres buques específicos: las estrellas de la naviera White Star Line, para la que comenzó a trabajar en 1908.

Las naves eran parte de la flota más grande, moderna y lujosa de la época: el Olympic, el Titanic y el Britannic.

Eran tres "barcos hermanos" de la clase Olympic, creados casi iguales.

Y su destino también sería muy parecido (y no muy feliz). El 20 de septiembre de 1911, chocó contra el buque de guerraHMS Hawke frente a las costas de Inglaterra, cuando éste quedó atrapado en su enorme estela.

A pesar de que el Hawke perforó su casco y dañó una hélice, milagrosamente no hubo heridos y el Olympic pudo volver al puerto de Southampton.

El capitán del transatlántico era un hombre llamado Edward John Smith, quien el año siguiente cobraría fama por ser el capitán del barco que llegó para eclipsar al Olympic: el admirado RMS Titanic, aún más grande y lujoso que su hermano mayor.

En un cuaderno de memorias que escribió sobre sus experiencias -que tras su muerte se publicaría bajo el título "Titanic Survivor" o Sobreviviente del Titanic-, Violet contó que era feliz trabajando en el Olympic y que no quería cambiar de embarcación.

Pero sus amigos y familiares, maravillados con el lujo y la magnificencia del Titanic, la convencieron. Y fue así como la joven de 24 años pasó a ser una de sólo 23 mujeres que formaron parte de la tripulación en el trágico viaje inaugural del Titanic.

En sus memorias recordó qué pasó después del choque y contó cómo sobrevivió.

"Me ordenaron que subiera a cubierta. Los pasajeros paseaban tranquilos", relató.

"Las otras camareras y yo miramos como las mujeres se aferraban a sus maridos antes de que las metieran en los botes salvavidas con sus hijos".

"Un tiempo después, un oficial nos ordenó abordar al bote número 16 para demostrarle a las mujeres que era seguro", rememoró.

También le pasaron a un bebé, que sostuvo contra su duro salvavidas de corcho por horas para evitar que muriera congelado, hasta que llegó el RMS Carpathia para salvarlos.

Una vez a bordo apareció una mujer -Violet supuso que era la madre- y le arrebató al pequeño. "Aparentemente había dejado al bebé sobre la cubierta mientras fue a buscar algo y cuando volvió ya no estaba", dijo.

Violet y los otros 704 sobrevivientes fueron llevados a Nueva York, en Estados Unidos.

Britannic
Esa dramática experiencia tampoco logró alejar a Violet del mar.

Siguió trabajando como camarera para la misma empresa.

Su conexión con el tercer "barco hermano" de la clase Olympic, el Britannic -que fue lanzado al mar en 1914- llegó de la mano de la Primera Guerra Mundial.

El más joven de los cruceros, que al igual que sus gemelos había sido creado con la intención de unir a Europa con EE.UU., nunca llegó a cruzar el Atlántico.

El gobierno británico lo requisó y lo convirtió en buque hospital.

Violet se unió a la tripulación, esta vez como enfermera de la Cruz Roja.

Sobreviviente
El 21 de noviembre de 1916 el barco navegaba por el mar Egeo a la altura del canal de Kea, frente a las islas griegas, cuandose produjo un estallido. La prensa británica de la época reportó que había sido alcanzado por torpedos alemanes, pero muchos sostienen que en realidad se topó con una mina.

El caso es que se hundió en 55 minutos, tres veces más rápido que el Titanic (a pesar de todas las previsiones que habían tomado los ingenieros navales para hacer que la embarcación fuera más segura).

Esta vez Violet no logró salvarse en un bote salvavidas, ya que el suyo y otros fueron chupados por las hélices del barco. Debió tirarse al mar y se golpeó en la cabeza, pero la rescataron.

Ella lo atribuyó el milagro a su abundante cabellera de color castaño, pues la sacaron del agua izándola por el pelo.

30 personas murieron ese día, pero la mayoría sobrevivió. El desastre no fue mayor porque el barco iba en busca de heridos y aún no transportaba víctimas.

Una vida dedicada al mar
Las probabilidades de ser parte de dos de las catástrofes náuticas más grandes de la historia parecen remotas.

Y aún más remota la posibilidad de que alguien pudiera sobrevivir a ambos eventos y aún así seguir navegando.

Pero Violet Jessop lo hizo y, con toda lógica, se ganó el apodo de "Miss inhundible".

viernes, 6 de julio de 2018

Una vista General de la instalaciones de la Ciudad Universitaria. (Agosto de 1973) Universidad Nacional de Cuyo. Ciudad de Mendoza


Ceremonia de Hain, llevada a cabo por los Selk'nam (Onas) en Laguna de Pescado, Tierra del Fuego, 10 de julio de 1923.


La Iglesia del departamento de La Paz. (año 1973) Provincia de Mendoza


La escultora Lola Mora con su vestimenta de trabajo, en su taller provisorio instalado en el Paseo de Julio, Buenos Aires 1905.


Darwin en Argentina


Si hablamos de viajeros, alguien que hizo honor a ese espíritu fue el inglés Charles Darwin, naturalista, científico brillante, padre de la teoría de la evolución. En tiempos donde el mundo era una invitación a explorar y descubrir, este entonces joven de 22 años llegó a Argentina y trazó una ruta que hoy por hoy puede ser reconstruida y que en muchos casos conserva la historia de su visita.


Darwin estuvo en el país entre diciembre de 1831 y octubre de 1836. Daba la vuelta al mundo a bordo del Beagle, que comandaba el capitán Robert Fitz Roy, experto cartógrafo y meteorólogo, y al llegar a tierra argentina se encontró con paisajes e informaciones tan importantes que marcaron a fuego sus futuras observaciones para la ciencia. Muchos de los lugares que conoció fueron descritos por él en su libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo, que publicó en 1939. A comienzos de agosto de 1932, el barco dejó a Darwin en la desembocadura del río Negro, cerca de Carmen de Patagones. Cada vez que podía, el científico recolectaba plantas, rocas, y buscaba fósiles. Sobre esta zona, escribió:

“para un amante de la geología, este sitio es del máximo interés. Las divisiones de los estratos siguen por millas en forma exactamente paralela a la superficie del mar… Para un geólogo, es como el Dorado… Había valvas fósiles por todas partes”.

El campamento estaba en las cercanías de Fortín Mercedes, lugar que hoy todavía se conserva y se puede visitar (ahí también estuvieron los restos de Ceferino Namuncurá hasta 2009).

Darwin estuvo con Juan Manuel de Rosas, recorrió el terreno, anduvo a caballo, cazó, interactuó con los pueblos originarios de esa zona.El enfrentamiento entre los pueblos originarios y el “hombre blanco” fue entonces lo que más le llamó la atención.
Luego de dejar temporalmente la Patagonia, Darwin fue a Buenos Aires y desde allí comenzó excursiones que lo llevaron una vez más al sur, a la región de Bahía Blanca y alrededores, donde hizo descubrimientos cruciales para su investigación.

En la zona de Punta Alta , donde hoy hay un museo que lleva su nombre, y en la región de Las Rocas (en Pehuen Co) encontró fósiles gigantes, que hoy todavía pueden visitarse. Fue aquí donde empezó a pensar en la teoría de la evolución. Uno de los fósiles que más lo impresionó fue el del megaterio, que era poco conocido en la época. Era septiembre de 1932 y todo lo encontrado le permitió pensar en la mutabilidad de las especies. En ese viaje, que fue a caballo, acompañado de los gauchos, también se fascinó por la información geológica que encontró, y por los dos tipos de ñandúes que pudo reconocer. A Rosario, Darwin llegó en barco, por el río Paraná. Y al ver la ciudad escribió:

“Rosario es una gran ciudad, edificada en una meseta horizontal levantada sobre el Paraná unos 18 metros. El río aquí es muy ancho y tiene numerosas islas, bajas y frondosas, como también la opuesta ribera. La vista del río parecería la de un gran lago, a no ser por las islitas en forma de delgadas cintas, únicos objetos que dan idea del agua corriente”.

También pasó por Santa Fe y el cambio de clima lo sorprendió:

“Por la mañana llegamos a Santa Fe. Allí me sorprendió observar el gran cambio de clima, producido por la diferencia de sólo 3 grados de latitud, entre este lugar y Buenos Aires. Así lo evidenciaban el vestido y la complexión de los hombres, el mayor desarrollo del ombú, el gran número de nuevos cactus y otras plantas, y especialmente de las aves”.
Una vez más en las costas Patagónicas, Darwin se encontró con especies que lo obnubilaron. En diciembre de 1933, llegó a Puerto Deseado. Aquí encontró fósiles, también, por ejemplo, el de una especie de “llama gigante”. Todo eso lo llevó a preguntarse por la extinción y sus causas.

Aquí también quedó su nombre. Los Miradores de Darwin pueden visitarse hoy en un viaje que incluye gomones y caminata y que lleva en total unas siete horas de un viaje fiel a su estilo. Una manera de seguir sus pasos, una forma de ver esta tierra que lo inspiró a escribir:

“…No creo haber visto jamás,
un lugar más alejado del resto del mundo, que
esta grieta de rocas en medio de la inmensa
llanura…” 
La ruta al sur lo llevó a las Islas Malvinas y luego al Canal de Beagle . En Malvinas tomó apuntes de especies, en Tierra del Fuego interactuó con nativos. En esos días exploraron el cerro Fitz Roy, que recibió el nombre en honor al capitán de su barco. El camino luego lo llevó a territorio chileno. En marzo de 1835, Darwin volvió a pisar tierra argentina cruzando el Paso Internacional Portillo, a lomo de burro. Entonces recorrió algunos lugares de la provincia de Mendoza. Esta vez, su objetivo principal fue recolectar información geológica.

En Paramillos, se topó con el bosque de árboles petrificados, y dejó registro de sus observaciones: “Se requiere un poco de practica geológica para interpretar la maravillosa historia que esta escena una vez encerró; aunque confieso que estuve primero tan asombrado que pude escasamente creer la más clara evidencia. Vi el lugar donde un grupo de finos árboles una vez ondularon sus ramas sobre las costas del Atlántico, cuando el océano (ahora retirado 700 millas) vino al pie de los Andes….”

Agua de la Zorra, en “Paramillos de Uspallata”, es hoy un lugar de interés científico a nivel internacional. La observación de Darwin fue el primer trabajo geológico de la provincia de Mendoza

"Personal especializado de Chrysler Argentina y Fevre & Basset, dando los últimos toques en la planta de San Justo a los Valiant V-200 para ser sometidos a extremas pruebas en la pista de ensayo y su posterior verificación". Buenos Aires, 1962.


Cantidad de habitantes en Argentina de 1864 a 1900


jueves, 5 de julio de 2018

Cabalgatas realizadas por turistas que se alojaban en el Hotel de Puente del Inca. (año 1920) Mendoza


Familia frente a sillas de playa, ca. 1900.


El Gobernador de la provincia de Mendoza, Ricardo Baez y la comitiva oficial al descender por la escalinata del Hotel Balneario de Cacheuta. (año 1920)


Primera foto de un Asado (año 1860)

Un grupo de peones participa de la ceremonia del asado en este ambrotipo tomado en la Estancia Los Yngleses. Otro espera pacientemente a la derecha. En el centro de la imagen también puede verse una damajuana de vino.


Atribuido a George Corbett. Colección Boote. 

Cuadro de San Martín pintado por el Sr. Elvera, en el F.N.G.B. c.1950


Casa del Virrey Sobremonte en Córdoba, c.1920.


Película El Gran Dictador. Protagonizada por Charlie Chaplin, en su primer película íntegramente sonora. (año 1940)


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