martes, 18 de septiembre de 2012

El chocolate Perón el mejor chocolate (año 1858)


 Un francés no sabía cómo hacer para ganar algún dinero, cosa que les ocurre a muchos frances y aun a los que no lo son.



En tal emergencia inventó fabricar un chocolate especial y gastó hasta su último centavo en poner anuncios en los diarios.




Pero como sus medios eran escasos, los anuncios no podían ser ni muy largos ni muy explicativos y hubieron por fin de reducirse a un simple renglón que decía:




“El chocolate Perón es el mejor chocolate”.




Todos los habitantes de París primero, los de Francia después y los lectores de los diarios franceses de todo el mundo, leyeron durante años, el magistral anuncio y como los hombres tienen mucho de monos, verdad que se ha reconocido aun antes que Darwin demostrara nuestro parentesco con esos animales, todos a una leían y repetían: el chocolate Perón es el mejor chocolate.




Sea que fuera la costumbre de oír y repetir la mencionada afirmación, sea que alguien la tomara como verdad admitida, desde el primer momento, lo cierto es que por esa especialidad del género humano que consisten en hacer verdad de lo que no es a fuerza de repetirlo, llegó un día en que todos se convencieron de que, en efecto, el chocolate Perón era el mejor chocolate.




El anuncio sin contradicción había hecho su efecto; la casa de Perón era un verdadero jubileo y el mencionado Perón, expedía por precios fabulosos, una infame mercancía.




Hubo más, desde Madrid, que es la ciudad en que indudablemente se toma más chocolate, se solicitó facturas del señor Perón y una sucursal fué establecida en aquella corte y la reina no tomaba otro chocolate que el de Perón; comenzó la falsificaicón y hasta los mismos chocolateros que confeccionaban chocolate mejor que el de Perón, se vieron obligados a poner el rótulo francés a su chocolate, pues no tomando nadie sino chocolate de Perón, se exponían a quebrar si se obstinaban en vender otro chocolate.




El Papa, que también por aquella época tomaba chocolate Perón, viendo el éxito fabuloso obtenido por aquel anuncio lacónico y que importaba una sentencia, decidió usar el mismo método para afirmar su gobierno y ordenó a todos los papistas de la tierra, que no se cansaran de escribir y repetir esta frase plagiada del anuncio del chocolate: “el gobierno del Papa es el mejor gobierno”.




Pero los plagios suelen hacer una triste carrera, comparada con la que hacen las ideas primitivas y así, aunque durante muchos años, todos los periódicos ultramontanos decían: “el gobierno del Papa es el mejor de los gobiernos” y todos los devotos de la tierra repetían lo que esos diarios afirmaron, el gobierno del Papa no ganó muchos nuevos prosélitos.




En Buenos Aires, durante la lucha electoral que ha concluído, felizmente, por más que no lo confiesen los opositores de la prensa, hemos tenido la repetición del anuncio de Perón, aplicado con un éxito lamentable, a la política de la época.




Eduardo Wilde, agosto de 1874.

(pags. 180 a 182, Tiempo Perdido, Eduardo Wilde, Ediciones Jackson, circa 1900)




(hallazgo de Andrea Iriart Urruty.)

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