lunes, 5 de agosto de 2013

En el año 1876 se instala en Mendoza la primera red de agua corriente.

En Mendoza circula uno que otro aguatero,. La modalidad se había reimplantado tras la destrucción de la ciudad por el terremoto del 20 de marzo de 1861 y que, entre otros males, dejó a la población sin el abastecimiento de agua que desde El Challao llegaba hasta la plaza Constitución (Pedro del Castillo) a través de un canal revestido en piedra; esa dotación fue reforzada posteriormente con una toma en la Acequias de Rey   
(el Jarillal).

La población debía obtener aguas del Zanjón o del Tajamar. Esa agua debía dejarse en reposo y recibía un elemental proceso de clarificación utilizando hojas de penca.  La otra alternativa era el servicio del aguatero a domicilio. El agua era transportada en toneles y se vendía a 10 centavos moneda nacional  el balde (diez litros). No era nada económico si se tiene en cuenta que un peón que trabajaba de sol a sol, obtenía una remuneración de 50 centavos el día.


En 1876 se instala en Mendoza la primera red de agua corriente, transportando el agua desde El Challao hasta un depósito de almacenaje emplazado en el extremo oeste de calle Unión ( trazado total de Sarmiento, Emilio Civít y Avenida del Libertador) desde donde partía una cañería principal de hierro fundido hasta la esquina de Unión y San Nicolás (Sarmiento y San Martín). Allí se iniciaba la cañería de distribución tendida con caños de barro cocido revestido  con material cementicio.
Las raíces de los árboles se encargaban en poco tiempo de producir deterioros en la cañería de distribución lo que sumado a la escasa  cantidad de agua que bajaba de El Challao motivaba frecuentes desabastecimientos , lo que explica la supervivencia de uno que otro aguatero.

Las primeras cañerías de Hierro fundido y hierro  galvanizado  para la distribución de agua corriente a domicilio se tiende en el año 1882, dando origen a una normalización aceptable y sentando las bases de la red definitiva mientras se estudiaban nuevas fuentes de suministro para abastecer la demanda real de la población. De esa forma desparecen de la ciudad los últimos aguateros.

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