lunes, 22 de septiembre de 2014

Las bodas de antes y una costumbre perdida: el Cortejo de Honor. Principio de Siglo XX

Eran los novios quienes decidían cómo armarlo y, según las buenas costumbres, nadie podía rechazar al acompañante designado sin una causa seria que lo justificara.


A principios del siglo XX, el cortejo de honor tenía vigencia en la ceremonia del casamiento religioso. Las parejas que lo formaban se constituían con los parientes y amigos íntimos de los novios. 
Esta vez sí eran los novios quienes decidían cómo armar estas duplas y según las buenas costumbres, nadie podía rechazar al acompañante designado, sin una causa seria que lo justificara… 
El cortejo se reunía en la casa de uno de los futuros esposos para partir hacia la iglesia. Aunque lo más usual era que se encontraran en el atrio y esperaran allí a los novios. Durante la ceremonia religiosa, las parejas del cortejo ocupaban los primeros bancos, detrás de los novios y los padrinos. Una vez terminada, los caballeros dejaban a las damas donde ellas lo desearan, terminando así su misión.
¿Qué otra tarea cumplía el cortejo?



Si al casamiento seguía un baile, las parejas ayudaban a los dueños de casa con la atención de los invitados. 
Durante la fiesta, los caballeros debían atender especialmente a la compañera asignada (servirle refrescos, ayudarla a acomodarse en la mesa, alcanzarle lo que necesitara, etc.) y podían dejarla solo momentáneamente para atender al resto de los comensales. 
Si el novio no obsequiaba a todas y cada una de las damas de honor, debía hacerlo cada compañero (el obsequio consistía en un ramo de flores). Aunque un gesto esperado y frecuente era que los futuros esposos regalaran a las damas del cortejo una joya que llevara la fecha del enlace.

Alejandra Cicchitti, propietaria de “Alejandra Cicchitti Antigüedades”.


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