jueves, 31 de diciembre de 2015

Último barco del mundo comercial de vela, El Pamir, (1874-1957)



En 1874 comenzó la operar en el tráfico marítimo mundial la "Línea P", con el POLYNESIA de 1020 tons., cuyo propietario era el armador alemán R.F. Laiesz.
El PAMIR, velero cuyo trágico fin nos interesa describir por su honda repercución humana, fue construido en Hamburgo en 1905, por Bloom & Voss. Tenía 96,40 mts. de eslora y 14 mts. de manga; transportó nitrato hasta el año 1914, en que la guerra paralizó su operación.
En 1931, el PAMIR fue vendido al Capitán Gustav Erickson de Mariehamn, Aland, Finlandia, pasando a formar parte de la "flota del grano", de Erickson, que navegaba entre Wellington y San Francisco.
Muchos años después del término de la Segunda Guerra Mundial, fue fletado como buque escuela para la marina mercante de Alemania Federal, actividad en la que desarrolló muchos viajes de instrucción.
En vísperas de la primavera austral de 1957, zarpaba el PAMIR de Buenos Aires, señalando Alemania con su bauprés
 Sus bodegas cargaban grano y a su bordo, aparte de los 35 tripulantes, se encontraban 51 alumnos de la marina mercante alemana.
El viento continuaba hinchando las velas con tal fuerza que el velero parecía volar. Grandes olas golpeaban con violencia el casco, escorándolo fuertemente a babor; las velas empezaron a rifarse en medio de sonoros desgarros, al mismo tiempo que las jarcias más altas saltaban como cuerdas de guitarra torpemente estiradas
El oficial de guardia con voz monocorde, anunciaba la escora: "30° - 38° - 40°…"; esto hacía prever que el otrora majestuoso PAMIR no se adriazaría nunca más; los hombre se miraban sin decirse palabra alguna, hasta que, finalmente, llegó el momento en que el Comandante Diebitsch, ordenó emitir un S.O.S., sacar los chalecos salvavidas y abandonar el buque.
Se distribuyó cigarrillos y algunas botellas de licor. Sin embargo, al intentar echar los botes al agua se percataron que los de babor estaban debajo de ella y los de la otra banda no fue posible arriarlos, debido al pronunciado ángulo de escora de la nave. Se disponía además de tres balsas neumáticas, pero dos de ellas no fueron ubicadas, lanzando al agua sólo la tercera y, de inmediato, una veintena de hombres se abalanzó sobre ella.
El PAMIR se dio vuelta de campana; cinco hombres treparon sobre su casco confiados en que éste no se hundiría, pero la pesada nave de hierro se sumergió en las agua del Atlántico, a las 11:15 del 21 de septiembre de 1957.
La estela perdida del PAMIR dejó 80 muertos, la mayoría de ellos jóvenes que eran esperados para ocupar sus puestos con profesionalismo y entusiasmo en la marina mercante de Alemania.

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