Según comentaba “… era de las mejores de la ciudad, con patios espaciosos, salas y todos los requisitos de una hermosa instalación. Estaba alhajada con buen gusto en estilo francés e inglés, y puedo señalar a este caballero, que nunca había estado en Europa, como el único criollo que vi con casa bien arreglada y que dirigía sus asuntos a usanza europea… la esposa era hermosísima trigueña, aparentemente no mucho más de veinte años y ciertamente mucho más joven que don Manuel, tenían una niña de siete años que era todo para ellos… Tiempo después sentí mucho saber que una grave aflicción doméstica había destruido la felicidad de mi estimable amigo. Parece que había tenido motivos para desconfiar de su esposa, que tenía amores con un oficial. Mediante una estratagema pudo descubrir la presencia del amante en el dormitorio de la esposa, súbitamente entró armado, disparó sobre su esposa errando el disparo, el amante se interpuso entre ella y don Manuel, recibiendo el segundo impacto en el pecho, muriendo al instante. La policía detuvo a don Manuel, pero lo liberó días después, al comprobarse que el asesinato ocurrió en defensa de su honor. Seis años después volví a ver a don Manuel, su hija se había convertido en una mujer interesante y hacía los honores de la mesa paterna con gracia singular. La madre estaba recluida en un convento… don Manuel murió al año siguiente (1828), y mandó a buscar a su esposa junto al lecho de muerte, para perdonarla. Esto fue tal vez para morir en paz o probablemente para evitar cualesquier pendencia sobre los bienes de la familia…”.
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