En sus comienzos -1883- fue una enorme feria sin techar, con cimientos de piedra y paredes de adobe de casi un metro de espesor. Las puertas no se cerraban nunca, por lo que los puesteros -en su mayoría inmigrantes- se pasaban allí día y noche. Es que por esos pórticos de piedra accedía lo vital: los carros con las mercaderías.
Por ese entonces desde la avenida San Martín hacia el oeste no había edificaciones, pero la ciudad creció y terminó por rodear al mercado. Entre 1922 y 1924 se remodeló el edificio, que pese a tener adobes, estaba muy reforzado y había resistido varios temblores. Se hicieron galpones muy sólidos y se instalaron nuevas cañerías. Los puestos tenían mesadas de mármol con estructura de metal, algunas de las cuales hoy aún perduran.
Las Heras, General Paz y Patricias Mendocinas. Con entradas sobre esas tres arterias y ocupando la mayor parte de la cuadra, se encuentra el centro comercial más antiguo de la provincia de Mendoza: el Mercado Central.
Desde aquellos tiempos hasta ahora, cientos de personas lo visitan cada día. Y es que a pesar de vivir en la era de los supermercados, el Mercado Central sigue siendo el sitio de compras de muchas familias que prefieren seleccionar los productos, buscando calidad y cuidando su economía.
Pero no sólo están los que van a comprar. Mendocinos y turistas por igual recorren sus pasillos con asombro. Caminan, pasean, miran, comparan, descubren, ponen a prueba a los sentidos en el lugar preciso en el que se les brinda una fiesta.
Mendozantigua se sumó a la experiencia de pasear por el Mercado Central provistos solamente de una cámara, ganas de descubrir y disfrutar, y por supuesto, algo de plata para dejarse tentar y comprar.
En la entrada por General Paz, dos puestos de reparación de relojes nos dan la bienvenida y nos regalan una visión del siglo pasado. Intactos, con sus carteles y firuletes pintados a mano, ofrecen arreglar mallas y cambiar pilas. Mientras que en el ingreso opuesto, por calle Las Heras, un vendedor ambulante ofrece paraguas en un inusual día de lluvia mientras disfruta de una porción de pizza que acaba de comprar en De un Rincón de la Boca.
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