Edward John Smith, capitán del Titanic, ha sido objeto de innumerables mitos desde la fatídica noche en que se hundió con su barco. Muchos incluso creen que él personalmente salvó la vida de un niño antes de desaparecer en el Atlántico. Sin embargo, también se ha alegado que esta imagen heroica no es toda la verdad. El Capitán Smith no solo ignoró varias advertencias de hielo y no pudo mantener el barco a una velocidad razonable, sino que también permitió que los botes salvavidas salieran medio vacíos: el primer barco que partió tenía solo 27 pasajeros en 65 asientos. Smith tampoco pudo emitir una orden clara de "abandonar el barco", lo que llevó a muchos pasajeros a no darse cuenta de la gravedad de la situación en la que se encontraban. En 2012, se reveló que Smith había reprobado sus exámenes de navegación la primera vez que los tomó. Finalmente pasó en 1888, pero ese fracaso inicial fue quizás un mal presagio. Irónicamente, antes del desastre del Titanic, Smith se había ganado el apodo de "capitán del millonario" debido a su reputación de confiabilidad sin problemas.
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