Mauricio Schoklender, un importante empresario del Grupo Pittsburgh dedicado a material bélico y principal proveedor de armas para la dictadura Argentina estaba casado con Cristina Silva Romano, fruto de ese matrimonio nacieron tres hijos, Sergio Mauricio, Pablo Guillermo y Ana Valeria. Las relaciones familiares distaban mucho de ser normales, Pablo había descubierto la bisexualidad de su padre, su madre frustrada y generalmente alcoholizada intentaba tener relaciones incestuosas con él. Cuando Cristina comenzó a agredir físicamente a la hija menor, Sergio, el mayor comenzó a considerar deshacerse de ellos. Pablo tuvo varias y acaloradas discusiones con sus padres, para evitar mas problemas, se lo sacaron de encima, lo mandaron a un hotel y le daban dinero para que no volviera. En ausencia de toda la familia, Pablo ingresó en la casa y se escondió en el placard del cuarto de su hermano mayor, cuando la familia regresó y se fueron a dormir Pablo se dejó ver y comenzó a charlas con Sergio sobre la insostenible situación familiar. En mitad de la noche, su madre en estado de ebriedad los descubrió, sin mediar palabra, Pablo la golpeó con una barra de pesas, pero fue Sergio quien la terminó de matar con la misma barra, envolvieron el cuerpo en mantas y bolsas para luego subir por su padre. Lo sorprendieron durmiendo, lo golpearon hasta destrozarle el cráneo y luego ahorcaron. Llevaron ambos cuerpos hasta el Dodge Coronado familiar, los colocaron en el baúl y abandonaron el auto lejos de su domicilio mientras pensaban que hacer. La aparición del cuerpo los obligó a huir, fracasaron en hacerlo hacia Brasil, se trasladaron a Mar del Plata desde donde intentaron alquilar una avioneta para ir a Entre Ríos, pero también fracasaron, se separaron y fueron detenidos por separado, Sergio en Vivorata y Pablo en Tucumán. El pacto de silencio de los hermanos no se quebrantó nunca, se manejaron las hipótesis de un crimen relacionado con la actividad del padre y el de la venganza por las relaciones incestuosas y tortura psicológica que ejercían sus padres sobre ellos. El largo proceso dio una libertad provisoria a Pablo, pero finalmente ambos fueron condenados a Cadena Perpetua. Sergio se recibió de abogado en la cárcel y recuperó la libertad a fines de 1995 mientras que Pablo lo hizo en 2001. En la actualidad, Pablo se encuentra procesado por enriquecimiento ilícito mientras manejaba las finanzas y compras de la fundación “Sueños compartidos” encargada de la construcción de viviendas sociales.
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