Durante la Segunda Guerra Mundial Yugoeslavia era el único país donde la resistencia local mantenía controladas a las fuerzas de ocupación Nazi, esto se debía principalmente al liderazgo de Tito y sus efectivas tácticas de Guerra de Guerrillas. Cuando en 1944 llegaron las tropas Rusas, el trabajo ya estaba hecho y solo ayudaron a la recuperación de Belgrado, por ello, pese a mostrarse como un aliado de Stalin no aceptó que la URSS mantuviera fuerzas militares en los Balcanes. La autodeterminación de Tito y por consiguiente la de Yugoeslavia, era vista como un desafío para Stalin que desentonaba con la subordinación del resto de los países satélites de la URSS. En la reunión del Kominform (Oficina de Información de los Partidos Comunistas y Obreros) de 1947 Yugoeslavia se enfrentó a la URSS por el estricto control centralista y uniforme que se hacía sobre los partidos comunistas de los países europeos pese a tener realidades y desafíos muy distintos. Stalin estaba enfurecido con Tito debido a que tenía relaciones comerciales con Bulgaria sin su consentimiento, que había ideado un sistema de defensa incluso de sus aliados y su activa relación con países capitalistas, Tito, al tanto de esto decidió no asistir a la Kominform de 1948. Esta actitud derivó en la expulsión de Yugoeslavia de la organización el 28 de Junio de 1948, dos días después Tito le envía una carta a Stalin que decía lo siguiente: "-En los últimos 2 años ha enviado a 22 personas a asesinarme y los hemos capturado a todos, si no deja de hacerlo me veré obligado a enviar uno a matarlo a usted, y le garantizo que no deberé enviar a un segundo". Este hecho marcó el final de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones.
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