El aburrimiento puede ser un poderoso incentivo. En 1997, Philippe Kahn estaba atrapado en una sala de maternidad del norte de California sin nada que hacer. El empresario de software había sido ahuyentado por su esposa mientras ella daba a luz a su hija, Sophie. Así que Kahn, que había estado jugando con tecnologías que comparten imágenes al instante, construyó rápidamente un dispositivo que podría enviar una foto de su recién nacido a amigos y familiares, en tiempo real. Como cualquier invención, la configuración fue cruda: una cámara digital conectada a su teléfono celular plegable, sincronizada por unas pocas líneas de código que había escrito en su computadora portátil en el hospital. Pero el efecto ha transformado el mundo: el dispositivo de Kahn capturó los primeros momentos de su hija y los transmitió instantáneamente a más de 2,000 personas. Kahn pronto refinó su prototipo ad hoc , y en 2000 Sharp utilizó su tecnología para lanzar el primer teléfono con cámara integrado disponible comercialmente, en Japón. Los teléfonos se introdujeron en el mercado estadounidense unos años más tarde y pronto se hicieron omnipresentes. El invento de Kahn alteró para siempre la forma en que nos comunicamos, percibimos y experimentamos el mundo y sentó las bases para los teléfonos inteligentes y las aplicaciones para compartir fotos como Instagram y Snapchat. Los teléfonos ahora se usan para enviar cientos de millones de imágenes a todo el mundo todos los días, incluida una buena cantidad de fotos de bebés.
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