Tanto ser un pesimista como demasiado optimista puede traer consecuencias negativas para uno mismo. El pesimista todo lo va a ver mal y no existirá nada para que ese mal cambie. El optimista todo lo va a ver bien y distorsiona la realidad para que encaje con sus pensamientos. En cambio, una persona realista trata de solucionar los problemas pese a saber que es complicado en muchas ocasiones. Es decir, mantiene los pies en el suelo y actúa de manera sensata.
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