Los sabios son humildes, y esta humildad les permite seguir creciendo porque están constantemente buscando aprendizaje. Nunca piensan que saben demasiado o lo saben todo, por lo que siempre tienen los ojos bien abiertos para observar, las orejas destapadas para escuchar y la mente activa para pensar y aprender. En cambio, los necios se creen superiores a los demás a pesar de no serlo. Piensan que lo saben todo y, con esta actitud, nunca progresan. Es lo que se conoce con el nombre de "Efecto Dunning-Kruger".
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