Napoleón hablaba en francés pero soñaba en inglés. Aunque hubiera conquistado el resto del mundo lo hubiera cambiado por las Islas Británicas y pagando la diferencia. Hacia finales del siglo XVIII Inglaterra ya no era un objetivo militar, era una obsesión. Si al menos hubiera estado unida al continente europeo por un hilo de tierra, el terco general francés hubiera marchado descalzo hasta Londres, pero los mares eran territorio inglés. Napoleón lo sabía y eso que todavía faltaban unos años para la paliza de Trafalgar. Como no podía herir el corazón inglés se concentró en sus extremidades. Porque no invadir alguna de sus colonias. Había una que era económicamente indispensable para la corona, la India. Pero le quedaba trasmano, antes tenía que pasar por Egipto, Palestina, Siria y Persia. Ir por mar era una locura y por tierra también, así que combinaría ambas. Para ahorrarse unos kilómetros llenos de polvo, amontonó militares en sus barcos que bautizó la Armée d’Orient y haciéndole creer al vicealmirante Nelson que enfilaba para Irlanda encaró para El Cairo. Al parecer le funcionó porque la Royal Navy se lo quedó esperando en el estrecho de Gibraltar. Para cuando se dieron cuenta ya era tarde, para colmo se apuró tanto que no adivinó el destino de Napoleón y protegió las costas de Constantinopla. Luego de desembarcar, el Galo se enfrentó a una de las fuerzas de caballería más numerosas de oriente, pero eran inútiles contra la artillería francesa. Luego de varios días de sanguinarios combates se produce la 'Batalla de las Pirámides'. Un título pretencioso para darle épica ya que desde el campo de batalla ni se veían. También se da por cierto que antes de la batalla Napoleón pronuncia la frase '-Desde lo alto de estas pirámides cuarenta siglos os contemplan'. No solo arrasaron con los enemigos, también con algunos pequeños souvenires, toneladas de oro. Por lo menos había llevado investigadores que encontraron la Piedra Roseta, un tiro para el lado científico ya que con ella se dio el salto más importante de la historia para traducir los jeroglíficos egipcios. Como Napoleón no quería un diccionario, quería la India, mientras algunas divisiones terminaban de embalar los regalos, él se aprestaba a ir por Siria. Pero de la noche a la mañana llegaron los refuerzos desde Turquía e Inglaterra y adiós campaña. Los franceses se fueron con lo puesto y todo lo embalado hoy está en el museo británico.Fuente: Pequeñas Piezas de la Historia
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