Que a un Teniente General lo llamen "Carnicero" nos hace imaginar un temible líder que aplasta cruelmente a su enemigo. No sería este el caso de Douglas Haig al que llamaban "Carnicero" por haber provocado que el enemigo masacrara a tus tropas por ser un incompetente. Douglas había nacido en Edimburgo, cuna de escritores de nivel como Walter Scott y Arthur Conan Doyle, pero militares solo Haig, Sean Connery interpretó a militares pero no cuenta. Su familia transpiraba dinero, por ello el futuro como abogado de Haig estaba asegurado. Flor de disgusto se llevaron cuando Douglas abandonó las leyes para portar un fusil. Seamos justos y digamos que abrazó la carrera militar con pasión y profesionalismo. Con 22 años se graduó como oficial del Real Colegio Militar de Sandhurst, un mérito para alguien con manos de pianista y modales de etiqueta. Cuando llegó el tiempo de poner el cuerpo lo hizo sin despeinarse, con el Regimiento 7º Hussars sirvió en la India, Sudán y la Guerra de los Boers. En tiempos de paz fue enviado a Inglaterra como Director de entrenamientos. Sin haberle disparado a un enemigo en 9 años fue ascendido a Teniente general. En 1914 fue enviado a la Europa Continental a cargo del 1er Cuerpo de Ejército de la Fuerza Expedicionaria Británica participando en las batallas de Ypres y Mons. Hasta aquí un Británico hecho y derecho, sin gloria ni vergüenza, pero en 1916 todo cambió. Los franceses, como de costumbre, estaban siendo asediados por tropas del Imperio Alemán, más precisamente se estaban comiendo una paliza de antología en la Batalla de Verdún. El Alto Mando Británico accede a abrir un nuevo frente contra los alemanes para distraer sus fuerzas y alivianar a los franceses. Haig asume la coordinación de todas las fuerzas. Sus tropas abren los frentes de Somme y Passchendaele, pero sus subordinados quedan perplejos al recibir sus órdenes. Las tácticas de Haig eran siendo benévolos, medievales, por no decir obsoletas y suicidas. Como donde manda Teniente General no manda General de Brigada, sus tropas se comieron una paliza de proporciones épicas. La batalla será recordada como los 12 kilómetros mas caros de la historia militar, 12 mil metros al costo de 420 mil hombres. Cuando sus superiores le pidieron explicaciones quedaron horrorizados. Las palabras de Haig fueron: "-Una ametralladora nunca reemplazará a un buen caballo". Mientras al Alto Mando se preguntaba como hizo para llegar tan alto semejante inconsciente, buscaban una salida elegante. El Primer Ministro David Lloyd George pidió que lo mandaran al frente nuevamente, pero sin poder de decisión alguno, como carne de cañón. Terminada la Guerra quedó demostrado que Haig era más útil disparando que pensando, fue pasado a retiro y pese a que aún figura en los libros como un héroe, en el mundo se lo recuerda como "El carnicero de Somme".(Fuente: Pequeñas Piezas de la Historia)
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