La carrera espacial comenzó con una URSS desatada corriendo riesgos innecesarios y a los EEUU con pie de plomo. Sin embargo, la tragedia los golpeó de manera inversamente proporcional. Por el lado soviético, desde que cocinaron en órbita a la pobre perra Laika, decidieron hacer mas pruebas en tierra antes de mandar a un ñato al espacio. En esos menesteres se encontraba Valentín Bondarenko cuando la pifió. En el décimo día de una prueba de resistencia en una cámara de presión se mandó un macanón ajeno a la carrera espacial. Se sacó un biosensor, se limpió con alcohol, se le cayó el algodón sobre una placa eléctrica y adiós Bondarenko. Seis años después con todos los datos obtenidos por las misiones Gemini y Mercury, los EEUU iban por la Luna. La misión Apolo I arrancó verde, todavía no se había decidido el método de alunizaje por lo que su módulo de mando no estaba diseñado para acoplarse con el lunar. Si bien la misión era orbitar primero había que simular las condiciones de vuelo en tierra y ver si todo funcionaba, y no funcionó. Los astronautas Virgil Grissom, Edward White y Roger Chaffee no confiaban mucho en la cápsula de mando, no por su diseño sino por sus materiales. Cuando se realizó la sesión de fotos oficial de la NASA luego de la foto de rigor sonrientes con una réplica de la cápsula, hicieron una segunda toma en posición de rezo, bromeaban con sus propios temores. La prueba inicial era con la nave fija en plataforma pero totalmente desconectada de los servicios de tierra. Así se simularía el lanzamiento y ver si la nave podía operar por sus propios instrumentos, su propia alimentación y su propio oxígeno. Una vez que los tres conejillos de india se sentaron en la cápsula, se cerró la escotilla, se inyectó oxígeno puro a una presión mayor a la de la atmósfera y a rezar. Ni bien comenzaron los ensayos, la mayoría de ellos rutinarios y muy aburridos, sonaron decenas de alarmas. La tarde transcurría entre fugas, fallas y roturas, aunque la mas preocupante eran las fallas de las comunicaciones. Por el intercomunicador se escuchó “-Como vamos a ir a la Luna si no podemos comunicarnos con un edificio que está a 200 metros”. Fue lo último que dijo Grisson, acto seguido se escucharon "¡Hey!", "¡Hay fuego en la cabina!" y "¡Me quemo, me quemo!". Por los monitores se veía a White envuelto en llamas aún fijo a su butaca tratando de alcanzar la manija de la escotilla. De haberla alcanzado tampoco la hubiera podido abrir por la presión. El silencio de radio fue interrumpido por la fractura de la cabina que expandió las llamas a toda la plataforma. Tardaron horas en poder abrir la cápsula, hubieran preferido no hacerlo. Los trajes de los tres astronautas se habían derretido encapsulando sus cuerpos. White estaba aún en su asiento, Chaffe estaba de lado bajo la escotilla y Grissom tumbado en el piso, habían luchado si saber que no tenían chance. (Fuente:Pequeñas Piezas de la Historia)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario