La fotografía minutera, también conocida como "fotografía de cajón", la realizaban fotógrafos ambulantes que utilizaban una cámara de madera montada en un trípode (un cajón con un laboratorio portátil en su interior). Las principales características de estas fotografías son la instantaneidad de su servicio, que en pocos minutos y tras un breve ritual, entregaban la foto revelada, fijada y lavada a sus clientes. Retrataban al aire libre, itinerando por balnearios, plazas y lugares de recreación o donde se realizaban celebraciones religiosas. A partir de 1920 incorporan telones de fondo y elementos de utilería, lo que les permitió crear una escenografía con la que se podían representar diversas situaciones.
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