En forma lenta inició su descenso por la escalerilla del avión, que lo trasladó desde Viedma a la capital mendocina. Eran las 16.45 del 7 de abril de 1987 y la presencia de Juan Pablo II, en suelo cuyano, marcó un antes y un después para la historia cuatro veces centenaria de la Iglesia regional, que entonces dirigía monseñor Cándido Rubiolo. Besó esta tierra en medio de un aplauso cerrado, acompañado de miles de pañuelos blancos y amarillos agitados por la multitud que lo esperaba en el aeropuerto internacional El Plumerillo. Ya en tierra, un coro de doscientas cincuenta voces, bajo la dirección del profesor Felipe Vallesi, le dio la bienvenida. En el trayecto, desde el aeropuerto al lugar de la ceremonia litúrgica -el actual Predio de la Virgen-, Karol Wojtyla saludó a la formación de Esquiadores de Montaña; a centenares de estudiantes de escuelas primarias del Gran Mendoza; a más de mil integrantes de la Federación Gaucha Mendocina, que se encontraban apostados a la vera de la avenida Costanera, y a una multitud de endocinos que salieron a su paso. La postal típicamente folklórica se vio enriquecida por la presencia de cerca de un centenar de carros alegóricos que participaron del Carrusel de la Fiesta Nacional de la Vendimia, apostados a lo largo de los seis kilómetros del recorrido. Se ofreció al Papa, un vivo simbolismo de la Mendoza del trabajo y el producto de la tierra, traducido en arte y colorida tradición. A partir de las nueve de la mañana se inició la ambientación litúrgica con cantos y plegarias de la multitud congregada en el Predio de la Virgen. La histórica imagen, cuatro veces centenaria, de la Patrona de Cuyo, transportada desde su sede, la basílica Nuestra Señora del Rosario, arribó alrededor de las tres de una tarde soleada del otoño mendocino, al lugar del acto central. Una ovación le acompañó hasta ser entronizada en el altar, ubicado en lo alto del puente.
Bienvenidos al sitio con mayor cantidad de Fotos antiguas de la provincia de Mendoza, Argentina. (mendozantigua@gmail.com) Para las nuevas generaciones, no se olviden que para que Uds. vivan como viven y tengan lo que tienen, primero fue necesario que pase y exista lo que existió... que importante sería que lo comprendan
sábado, 18 de noviembre de 2023
7 de Abril de 1987. El Papa Juan Pablo II en Mendoza. SOLICITUD PAPAL Ante miles de católicos, Juan Pablo Il pidió que "nunca rompamos la concordia con ningún hermano nuestro"
En forma lenta inició su descenso por la escalerilla del avión, que lo trasladó desde Viedma a la capital mendocina. Eran las 16.45 del 7 de abril de 1987 y la presencia de Juan Pablo II, en suelo cuyano, marcó un antes y un después para la historia cuatro veces centenaria de la Iglesia regional, que entonces dirigía monseñor Cándido Rubiolo. Besó esta tierra en medio de un aplauso cerrado, acompañado de miles de pañuelos blancos y amarillos agitados por la multitud que lo esperaba en el aeropuerto internacional El Plumerillo. Ya en tierra, un coro de doscientas cincuenta voces, bajo la dirección del profesor Felipe Vallesi, le dio la bienvenida. En el trayecto, desde el aeropuerto al lugar de la ceremonia litúrgica -el actual Predio de la Virgen-, Karol Wojtyla saludó a la formación de Esquiadores de Montaña; a centenares de estudiantes de escuelas primarias del Gran Mendoza; a más de mil integrantes de la Federación Gaucha Mendocina, que se encontraban apostados a la vera de la avenida Costanera, y a una multitud de endocinos que salieron a su paso. La postal típicamente folklórica se vio enriquecida por la presencia de cerca de un centenar de carros alegóricos que participaron del Carrusel de la Fiesta Nacional de la Vendimia, apostados a lo largo de los seis kilómetros del recorrido. Se ofreció al Papa, un vivo simbolismo de la Mendoza del trabajo y el producto de la tierra, traducido en arte y colorida tradición. A partir de las nueve de la mañana se inició la ambientación litúrgica con cantos y plegarias de la multitud congregada en el Predio de la Virgen. La histórica imagen, cuatro veces centenaria, de la Patrona de Cuyo, transportada desde su sede, la basílica Nuestra Señora del Rosario, arribó alrededor de las tres de una tarde soleada del otoño mendocino, al lugar del acto central. Una ovación le acompañó hasta ser entronizada en el altar, ubicado en lo alto del puente.
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