En un capítulo de los Simpsons, Homero trata de explicar lo que ve en otra dimensión y dice ‘-Es como en la película Tron’, pero nadie sabe de que habla. Es un hecho que el filme fue deficitario pero no debe subestimarse el salto tecnológico que representa. El animador Steven Lisberger concibió el filme y trabajó en el guion sabiendo que era técnicamente imposible realizarlo a principio de los ‘80. Su amigo, el desconocido e inexperto productor Donald Kushner le pidió permiso para hacer algo alocado. Con las primeras líneas del guion y un par de dibujos se presentó en la puerta de Disney Studios. Se quedaron boquiabiertos, era un diamante en bruto, pero para pulirlo mejor llamamos al mejor, un tal Jean Giraud. Para la mayoría ese nombre no signifique nada, pero es ni mas ni menos que ‘Moebius’. Con todo listo para largar la producción, casi todos los animadores de Disney se negaron a trabajar en esta película porque temían que las computadoras los dejaría sin trabajo. Fue así fue pero 20 años después. La animación digital estaba en pañales y no servía para combinarla con actores, esas escenas se completaron a mano. La edición consiguió el milagro que no se notara. Lograr el mundo interior de una computadora fue una pesadilla técnica. Todo el filme se rodó con cámaras Super Panavision 70 pero con película blanco y negro. Cada fotograma se imprimía en Kodalith de alto contraste y se renegativizaba. Retroiluminando cada fotograma con una lámina de color se logró ese efecto de resplandor. El fascinante parpadeo pulsante de las escenas del mundo de la computadora no fue buscado, fue un error. Cada fotograma se coloreaba por separado y se mandaba a edición. Como Kodak no aseguraba que las placas de color se mantuvieran inalterables durante todo el proceso pidió que les mandaran los carretes numerados. De esta manera si había un cambio de tonalidades sería paulatino durante el transcurso del filme y sería imperceptible para el espectador. Pero el director no interpretó la importancia del pedido y enviaba las tomas según las iba terminando. El resultado fue una constante variación de la intensidad y los tonos de las zonas brillantes. En un inicio las líneas de circuito de los programas buenos y malos tendrían un color definido. En mitad del proceso de impresión en Kodak, el director pidió agregar más tonalidades para hacerla visualmente más agradable. Esto hizo que el público no supiera quienes eran buenos o malos. El director contactó al grupo de rock británico Supertramp para la banda sonora, pero su explosión de popularidad no le dejó tiempo suficiente para cumplir con el contrato. Disney estaba chocha, soñaban con contratar a Walter Carlos que tenía como antecedente la magnífica banda sonora de "A clockwork orange" (La naranja mecánica). Pero a la primera reunión llegó una mujer que ahora se llamaba Wendy Carlos. Eran otros tiempos y no estaban muy convencidos de encargar la música a alguien que había cambiado de género. Primó la razón, tomaron la decisión correcta y Wendy entregó una banda magnífica. Como cambian los tiempos, no solo por las dudas sobre la música, sino por la decisión de los miembros de la academia de artes y ciencia de Hollywood. La película fue descalificada de los premios Oscar a efectos especiales, porque en ese entonces se pensaba que el uso de computadoras era hacer trampa.
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