Sin embargo, en 1840 cometió un grave error al amputar la pierna de un paciente: lo hizo tan rápido que sin querer amputó también los dedos de la mano de su ayudante y rajó el abrigo de un hombre que estaba asistiendo a la operación. A pesar de la amputación, su paciente murió, pero no fue el único: el asistente al que había cortado los dedos murió cuando la herida se le infectó, y el hombre del abrigo se asustó tanto que sufrió un infarto y también murió. Ese caso ha pasado a la historia como “la única operación quirúrgica con un ratio de mortalidad del 300%”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario