Después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, el estacionamiento del antiguo estadio de los Giants en Nueva Jersey se convirtió en un lugar conmovedor y simbólico. Muchos de los autos que quedaron allí pertenecían a personas que trabajaban en el World Trade Center y que, lamentablemente, no regresaron a recoger sus vehículos. El estacionamiento era utilizado por personas que visitaban Manhattan y preferían dejar sus autos allí debido a los altos costos de estacionamiento en la ciudad. Después de los ataques, esos autos quedaron abandonados, sirviendo como un recordatorio constante de la tragedia. La ciudad intentó localizar a los familiares de los propietarios para devolverles los vehículos, pero no logró contactar a todos. Este lugar, lleno de autos abandonados, se convirtió en una imagen poderosa de la pérdida y el dolor que la ciudad de Nueva York y el país en su conjunto experimentaron ese día
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