viernes, 20 de junio de 2025

Imagen de la Aduana y el Muelle de Buenos Aires, antes de la construcción del Puerto. Argentina


Antes de que Buenos Aires tuviera un puerto moderno —como el de Puerto Madero, inaugurado a fines del siglo XIX— la ciudad vivía una relación bastante caótica con el Río de la Plata. Aunque parezca increíble, no existía un puerto formal: los barcos de gran calado debían fondear a varios kilómetros de la costa, y los pasajeros y mercancías eran trasladados en carretas y botes pequeños que se internaban en el río. En 1855 se construyó el Muelle de Pasajeros, una estructura de madera de más de 200 metros de largo, sostenida por pilotes, con vías angostas para transportar equipajes en vagonetas. Estaba ubicado en la actual zona de Leandro N. Alem, cerca de la calle Perón. Ese mismo año también se inauguró la Aduana Nueva, conocida como Aduana Taylor, con un edificio circular que se convirtió en un ícono de la época. El desembarco era toda una odisea: los pasajeros llegaban en vapores desde Europa, fondeaban en la rada exterior, y luego eran trasladados en pequeños botes hasta el muelle, si el estado del río lo permitía. En días de bajante, incluso se podía llegar a caballo o a pie por la playa. La falta de infraestructura portuaria fue un problema crónico hasta que, tras décadas de propuestas y rechazos, se construyó finalmente el Puerto Madero a fines del siglo XIX, marcando un antes y un después en la historia comercial y urbana de la ciudad.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario