La palabra boludo, hoy ampliamente usada en Argentina y Uruguay con múltiples connotaciones —desde insulto hasta expresión afectuosa—, tiene raíces que se remontan al siglo XIX, en el contexto de las guerras de independencia y conflictos civiles. Durante esos enfrentamientos, muchos combatientes rurales, especialmente gauchos, se incorporaban a las milicias patriotas sin entrenamiento formal ni armamento moderno. En lugar de fusiles, portaban boleadoras: tres esferas de piedra o metal unidas por tientos, utilizadas tradicionalmente para cazar animales. Estos soldados eran ubicados en las primeras líneas de combate, con la tarea de derribar caballos enemigos para facilitar el ataque de los lanceros que venían detrás. Desde la perspectiva de los ejércitos regulares —especialmente el español—, estos combatientes eran vistos como improvisados, torpes o ingenuos, lo que dio origen al uso peyorativo del término boludo.
📚 Evolución semántica; A fines del siglo XIX, el término comenzó a adquirir una segunda acepción: la de persona que se expone innecesariamente al peligro, como lo expresó un diputado en 1890 al referirse a quienes “iban al frente a hacerse matar”. En el siglo XX, boludo se consolidó como sinónimo de “tonto” o “ingenuo”, aunque también se volvió una muletilla coloquial entre amigos, perdiendo parte de su carga ofensiva.
📸 La imagen que acompaña esta historia —una ilustración de soldados en combate bajo un estandarte con la palabra “BOLUDO”— funciona como representación simbólica de ese origen: jóvenes en acción, con armas rudimentarias, en medio del caos de batalla.
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