domingo, 13 de julio de 2025

🏛️ Postal de 1916, las Ruinas del Templo de San Francisco en Mendoza ya eran un símbolo silencioso de la tragedia que había sacudido la ciudad medio siglo antes. El templo, originalmente construido por la Compañía de Jesús entre 1716 y 1733, fue traspasado a los franciscanos tras la expulsión de los jesuitas en 1767


Las ruinas eran el resultado del devastador terremoto de 1861, que destruyó gran parte de la ciudad colonial. Para 1916, el sitio no había sido restaurado ni protegido formalmente. Era un espacio abierto, parcialmente cubierto por vegetación y expuesto al deterioro natural. Aunque ya se reconocía su valor histórico, no fue hasta 1941 que se declaró Monumento Histórico Nacional. Columnas de hasta 15 metros, muros de piedra y ladrillo, arranques de bóvedas y una escalera de 19 peldaños eran los vestigios visibles. El muro que dividía la iglesia del colegio aún se conservaba, y bajo el suelo se encontraban tumbas coloniales, como era costumbre en los templos de la época. Las ruinas representaban la única huella arquitectónica de la Mendoza anterior al terremoto. En ese momento, eran más una leyenda urbana que un sitio turístico, aunque algunos viajeros y estudiosos comenzaban a interesarse por su historia

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