El carrito de comida en la Buenos Aires de fines del siglo XIX no era solo un puesto ambulante: era un símbolo de la vida urbana popular, del trabajo artesanal y de la gastronomía callejera que comenzaba a tomar forma en una ciudad en expansión. En una ciudad que crecía vertiginosamente por la inmigración y el comercio, los carritos eran parte del paisaje cotidiano: se ubicaban en plazas, avenidas, ferias y frente a estaciones. Eran tirados por caballos y funcionaban como cocinas móviles, atendidos por cocineros o vendedores que ofrecían platos simples, sabrosos y accesibles. Según registros como los del Archivo General de la Nación Argentina, estos carritos ofrecían: Empanadas, guisos, pucheros, choripanes primitivos. Bebidas como vino en damajuanas, café o mate cocido. En algunos casos, dulces criollos, pan casero o pastelitos. El vendedor era muchas veces inmigrante o criollo emprendedor, con delantal y herramientas rudimentarias. Algunos carritos tenían toldos, bancos o mesas improvisadas. Eran espacios de encuentro: obreros, niños, cocheros, transeúntes… todos se detenían a comer o conversar. #CarritoCriollo #ComidaCallejera #Mendozantigua #SaborPopular #MemoriaUrbana #GastronomíaHistórica #EscenaPorteña #CalleYTradición #OficioYFogón #HistoriaEnLaCalle
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miércoles, 17 de septiembre de 2025
🐴🍲 Carritos de comida en Buenos Aires, ca. 1890–1900
El carrito de comida en la Buenos Aires de fines del siglo XIX no era solo un puesto ambulante: era un símbolo de la vida urbana popular, del trabajo artesanal y de la gastronomía callejera que comenzaba a tomar forma en una ciudad en expansión. En una ciudad que crecía vertiginosamente por la inmigración y el comercio, los carritos eran parte del paisaje cotidiano: se ubicaban en plazas, avenidas, ferias y frente a estaciones. Eran tirados por caballos y funcionaban como cocinas móviles, atendidos por cocineros o vendedores que ofrecían platos simples, sabrosos y accesibles. Según registros como los del Archivo General de la Nación Argentina, estos carritos ofrecían: Empanadas, guisos, pucheros, choripanes primitivos. Bebidas como vino en damajuanas, café o mate cocido. En algunos casos, dulces criollos, pan casero o pastelitos. El vendedor era muchas veces inmigrante o criollo emprendedor, con delantal y herramientas rudimentarias. Algunos carritos tenían toldos, bancos o mesas improvisadas. Eran espacios de encuentro: obreros, niños, cocheros, transeúntes… todos se detenían a comer o conversar. #CarritoCriollo #ComidaCallejera #Mendozantigua #SaborPopular #MemoriaUrbana #GastronomíaHistórica #EscenaPorteña #CalleYTradición #OficioYFogón #HistoriaEnLaCalle
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