Esa escena de infancia salir a la vereda con la muñeca y el cochecito fue un verdadero ritual cotidiano en muchas ciudades argentinas, En barrios de casas bajas, con veredas anchas y vecinos conocidos, los chicos y chicas salían cada tarde con sus juguetes. Las muñecas eran compañeras de aventuras, y los cochecitos muchas veces heredados o improvisados se convertían en vehículos de paseo, maternidad simbólica o desfile barrial. El acto de “pasarla por la cuadra” no era solo juego: era una forma de presentación social, de compartir con otras niñas, de mostrar el vestido nuevo de la muñeca o el cochecito recién arreglado por algún abuelo habilidoso. La vereda era espacio de encuentro: allí se jugaba a la rayuela, se compartían figuritas, se armaban casitas con cajas de cartón y se tejían amistades que duraban toda la vida. Las muñecas representaban roles familiares, cuidados, afectos. Eran parte de una pedagogía espontánea, donde el juego enseñaba vínculos, rutinas y emociones. Hoy, esas imágenes nos devuelven una infancia sin pantallas, donde el tiempo se medía por la sombra de los árboles y el llamado a merendar. Esa felicidad simple, de empujar un cochecito por la vereda, es parte de la memoria emocional argentina, transmitida en relatos, fotos familiares y cápsulas patrimoniales. #InfanciaEnLaVereda #MuñecaYPaseo #JuegosDeAntes #CochecitoDeMuñecas #MemoriaLúdica #BarrioYNiñez #VeredaConHistoria #InfanciaArgentina #JugarEsRecordar #EscenasDeTernura #Mendozantigua
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martes, 16 de septiembre de 2025
🧸 La vereda como escenario de juego décadas del '50 y '70, cuando la calle era extensión del hogar y la imaginación no tenía límites.
Esa escena de infancia salir a la vereda con la muñeca y el cochecito fue un verdadero ritual cotidiano en muchas ciudades argentinas, En barrios de casas bajas, con veredas anchas y vecinos conocidos, los chicos y chicas salían cada tarde con sus juguetes. Las muñecas eran compañeras de aventuras, y los cochecitos muchas veces heredados o improvisados se convertían en vehículos de paseo, maternidad simbólica o desfile barrial. El acto de “pasarla por la cuadra” no era solo juego: era una forma de presentación social, de compartir con otras niñas, de mostrar el vestido nuevo de la muñeca o el cochecito recién arreglado por algún abuelo habilidoso. La vereda era espacio de encuentro: allí se jugaba a la rayuela, se compartían figuritas, se armaban casitas con cajas de cartón y se tejían amistades que duraban toda la vida. Las muñecas representaban roles familiares, cuidados, afectos. Eran parte de una pedagogía espontánea, donde el juego enseñaba vínculos, rutinas y emociones. Hoy, esas imágenes nos devuelven una infancia sin pantallas, donde el tiempo se medía por la sombra de los árboles y el llamado a merendar. Esa felicidad simple, de empujar un cochecito por la vereda, es parte de la memoria emocional argentina, transmitida en relatos, fotos familiares y cápsulas patrimoniales. #InfanciaEnLaVereda #MuñecaYPaseo #JuegosDeAntes #CochecitoDeMuñecas #MemoriaLúdica #BarrioYNiñez #VeredaConHistoria #InfanciaArgentina #JugarEsRecordar #EscenasDeTernura #Mendozantigua
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