lunes, 17 de noviembre de 2025

18 de noviembre de 1816, ⚓ El Arma Secreta de la Independencia: Corsarios Argentinos Desafían a España en Todos los Mares


Durante la Guerra de Independencia Argentina (a partir de 1812), la guerra de corso fue la estrategia naval crucial de las Provincias Unidas del Río de la Plata para combatir a la poderosa flota española, dada la escasez de medios propios. El corso no era piratería, sino una actividad marítima legalmente autorizada por el Estado (mediante una patente de corso) que permitía a marinos privados y avezados atacar y capturar naves enemigas a cambio de una parte del botín. Este sistema fue formalizado por el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón el 18 de noviembre de 1816. La actividad estaba rigurosamente reglamentada, exigiendo fianzas, respetando la neutralidad y, en el caso argentino, obligando a liberar a las personas esclavizadas halladas en buques negreros. Un Tribunal de Presas garantizaba la legalidad de las capturas, mientras las armas obtenidas pasaban al Estado. La acción corsaria, iniciada en 1812 en ríos y ampliada al mar desde 1815, fue excepcionalmente exitosa. Logró: Paralizar el comercio español al capturar más de 150 presas (54 registradas en Buenos Aires). Difundir las ideas de la Revolución de Mayo de 1810 globalmente. Obtener inteligencia valiosa de los documentos capturados. Los corsarios rioplatenses, operando desde Buenos Aires y la costa de Estados Unidos (principalmente Baltimore), superaron a sus similares de otras colonias. Figuras clave como el Almirante Guillermo Brown a fines de 1815, y el legendario Hipólito Bouchard (quien, al mando de la fragata La Argentina entre 1817-1818, circunnavegó el globo, atacó las Filipinas, tomó Monterrey en California y firmó el primer tratado internacional de reconocimiento de la Independencia Argentina con el Rey Kamehameha de Hawái) llevaron la guerra a los confines del mundo, sembrando el terror en las rutas marítimas españolas. La participación de corsarios norteamericanos con patentes argentinas fue fundamental. Baltimore, un importante centro comercial y naval, vio una gran oportunidad de negocio en esta "guerra por delegación". La venta de presas y el movimiento de capitales asociados al corso generaron una importante inyección económica en el puerto, a pesar de las tensiones diplomáticas con España y el riesgo de ser acusados de piratería. El corso fue principalmente una empresa privada financiada por capitales locales e internacionales. Figuras como Daniel C. de Forest y Thomas Taylor invirtieron grandes sumas (alrededor de 35.000 pesos fuertes por buque) en goletas y bergantines veloces. Esta inversión era extremadamente rentable para los armadores, aunque los marineros rasos recibían salarios bajos y enfrentaban gran peligro. Aunque la Guerra de Corso fue abolida formalmente por el Tratado de París en 1856, la campaña argentina durante la Independencia demostró su eficacia como una herramienta militar y diplomática para una nación sin una marina de guerra establecida, obligando a España a dispersar sus recursos y reconociendo de facto la existencia de un nuevo Estado beligerante.  La estrategia se revivió exitosamente durante la Guerra contra Brasil. Comandantes como César Fournier y Francisco Fourmantin lograron causar un daño significativo al bloqueo naval brasileño, capturando decenas de buques e incluso induciendo el desastroso intento brasileño de tomar Carmen de Patagones. #CorsoArgentino #GuerraDeCorso #HipólitoBouchard #IndependenciaMarítima #mendozantigua 

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