El 13 de diciembre de 1828, en Navarro, el general Juan Galo de Lavalle ordenó sumariamente el fusilamiento del coronel Manuel Dorrego, gobernador constitucional de Buenos Aires y líder carismático del federalismo. Este acto, un quiebre legal, desencadenó un nuevo período de cruentas guerras civiles y pavimentó el camino para la consolidación del poder de Juan Manuel de Rosas. Dorrego, un militar de 41 años con una trayectoria marcada por la audacia (fue confinado por Belgrano y San Martín, y deportado a EE. UU. por Pueyrredón por su "insubordinación"), había regresado para liderar a los "federales ilustrados". Electo gobernador en 1827, firmó el polémico tratado de paz que concluyó la Guerra del Brasil, desatando la ira de los militares repatriados. La facción unitaria, liderada por Julián Segundo Agüero, aprovechó este descontento y convenció a Lavalle de encabezar el golpe de Estado el 1° de diciembre de 1828. Dorrego, subestimando la amenaza, se retiró al interior para reorganizar la resistencia. Se reunió con Rosas, quien le aconsejó prudencia, pero Dorrego desoyó el consejo y fue fácilmente derrotado en la batalla de Navarro el 9 de diciembre. Traicionado y capturado por los comandantes Bernardino Escribano y Mariano Acha el 10 de diciembre, la vida de Dorrego quedó en manos de Lavalle. A pesar de los ruegos de amigos como el almirante Guillermo Brown (Gobernador delegado) y los diplomáticos extranjeros, los ministros unitarios, como Juan Cruz Varela y Salvador María del Carril, urgieron a Lavalle a ejecutarlo para evitar que el federalismo se reagrupara. Del Carril le escribió que una revolución era un "juego de azar" donde se ganaba "hasta la vida de los vencidos". El 13 de diciembre, Dorrego fue notificado de su ejecución sin juicio ni defensa. En sus últimas horas, escribió cartas a su esposa, Ángela Baudrix, y al gobernador de Santa Fe, Estanislao López, suplicándoles que su muerte no fuera motivo de más guerra, y perdonando a sus verdugos. El mayor Juan Estanislao Elías y Lamadrid atestiguaron la profunda congoja de Dorrego y la negativa de Lavalle a siquiera hablar con él. Al amanecer, Dorrego marchó al patíbulo (un corral de vacas) junto al padre Castañer, y un pelotón cumplió la sentencia. La muerte de Dorrego, que Lavalle calificó como un "sacrificio doloroso que era indispensable", aceleró la división nacional y la inevitable escalada de la guerra civil, impulsando a Rosas a liderar la causa federal contra los unitarios. Tomás Iriarte relató que, tiempo después, Lavalle confesó: "Me hicieron cometer un crimen; yo era muy joven entonces... yo amaba mucho a Dorrego". Dorrego, representó la esencia del "criollo de la antigua comuna porteña" y su ejecución fue una "violencia absurda". El trágico destino no solo afectó a la política: en 1831, se comentó que la viuda de Dorrego, Ángela Baudrix, y sus hijas, vivían en la indigencia, trabajando como costureras. #Dorrego #TragediaDeNavarro #FederalesVsUnitarios #1828 #GuerraCivil #mendozantigua
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viernes, 12 de diciembre de 2025
13 de Diciembre de 1828. ⏳ La Tragedia de Navarro: Cuando Lavalle Silenció al Federalismo
El 13 de diciembre de 1828, en Navarro, el general Juan Galo de Lavalle ordenó sumariamente el fusilamiento del coronel Manuel Dorrego, gobernador constitucional de Buenos Aires y líder carismático del federalismo. Este acto, un quiebre legal, desencadenó un nuevo período de cruentas guerras civiles y pavimentó el camino para la consolidación del poder de Juan Manuel de Rosas. Dorrego, un militar de 41 años con una trayectoria marcada por la audacia (fue confinado por Belgrano y San Martín, y deportado a EE. UU. por Pueyrredón por su "insubordinación"), había regresado para liderar a los "federales ilustrados". Electo gobernador en 1827, firmó el polémico tratado de paz que concluyó la Guerra del Brasil, desatando la ira de los militares repatriados. La facción unitaria, liderada por Julián Segundo Agüero, aprovechó este descontento y convenció a Lavalle de encabezar el golpe de Estado el 1° de diciembre de 1828. Dorrego, subestimando la amenaza, se retiró al interior para reorganizar la resistencia. Se reunió con Rosas, quien le aconsejó prudencia, pero Dorrego desoyó el consejo y fue fácilmente derrotado en la batalla de Navarro el 9 de diciembre. Traicionado y capturado por los comandantes Bernardino Escribano y Mariano Acha el 10 de diciembre, la vida de Dorrego quedó en manos de Lavalle. A pesar de los ruegos de amigos como el almirante Guillermo Brown (Gobernador delegado) y los diplomáticos extranjeros, los ministros unitarios, como Juan Cruz Varela y Salvador María del Carril, urgieron a Lavalle a ejecutarlo para evitar que el federalismo se reagrupara. Del Carril le escribió que una revolución era un "juego de azar" donde se ganaba "hasta la vida de los vencidos". El 13 de diciembre, Dorrego fue notificado de su ejecución sin juicio ni defensa. En sus últimas horas, escribió cartas a su esposa, Ángela Baudrix, y al gobernador de Santa Fe, Estanislao López, suplicándoles que su muerte no fuera motivo de más guerra, y perdonando a sus verdugos. El mayor Juan Estanislao Elías y Lamadrid atestiguaron la profunda congoja de Dorrego y la negativa de Lavalle a siquiera hablar con él. Al amanecer, Dorrego marchó al patíbulo (un corral de vacas) junto al padre Castañer, y un pelotón cumplió la sentencia. La muerte de Dorrego, que Lavalle calificó como un "sacrificio doloroso que era indispensable", aceleró la división nacional y la inevitable escalada de la guerra civil, impulsando a Rosas a liderar la causa federal contra los unitarios. Tomás Iriarte relató que, tiempo después, Lavalle confesó: "Me hicieron cometer un crimen; yo era muy joven entonces... yo amaba mucho a Dorrego". Dorrego, representó la esencia del "criollo de la antigua comuna porteña" y su ejecución fue una "violencia absurda". El trágico destino no solo afectó a la política: en 1831, se comentó que la viuda de Dorrego, Ángela Baudrix, y sus hijas, vivían en la indigencia, trabajando como costureras. #Dorrego #TragediaDeNavarro #FederalesVsUnitarios #1828 #GuerraCivil #mendozantigua
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