Los Pampas constituyeron las etnias originarias de la llanura argentina, habitaron la región antes de la colonización española y sufrieron un trágico declive a partir del siglo XVIII. Históricamente, fueron víctimas de la expansión de los mapuches (a quienes se refirieron como "araucanos") que cruzaron los Andes desde Chile en busca de mejores pastos y ganado, un proceso conocido como "araucanización" que virtualmente extinguió la pureza de la etnia pampa. La geografía del lugar determinó el nombre de este pueblo cazador-recolector, que se dividió en dos grandes grupos: los Taluhet (ubicados al noreste e incluyeron a los Querandíes) y los Diluhet (asentados en el sudoeste). Se destacaron por su gran agilidad y resistencia física, ya que cazaban venados, guanacos, ñandúes y liebres a pie, agotando a sus presas por cansancio. Utilizaron hábilmente las boleadoras y el arco y flecha con punta de pedernal guardada en un carcaj de cuero. En momentos de escasez, recolectaron algarrobas, raíces, semillas e incluso langostas. Los hombres usaron un taparrabo o un chiripá hasta las rodillas, mientras que las mujeres se cubrieron con una pampanilla de piel, dejando el busto descubierto. Tanto hombres como mujeres se abrigaron con quillangos, que eran mantos cosidos de pieles de guanaco, zorro o nutria. El poncho, una pieza rectangular con abertura central, también fue una prenda de abrigo común. Los hombres se distinguieron por el uso del tembetá o barbote, una varilla insertada en el labio inferior como símbolo de madurez. Se pintaron el cuerpo con diseños geométricos y, en ocasiones especiales como la guerra, tiñeron sus rostros de negro y rojo con lo que consideraron signos cabalísticos, creyendo que los hacían invulnerables. Practicaron la poligamia y sus matrimonios se concertaron mediante la compra de la mujer. Celebraron ceremonias con danzas al son de sonajas y tamboriles, presididas por el "vicario" de la deidad maléfica Elel. Su industria principal giró en torno al trabajo de la piedra, con la que tallaron puntas de flecha, morteros, bolas para boleadoras y raspadores para curtir las pieles. A través del contacto con otras culturas, probablemente por influencia incaica, adquirieron destreza en la alfarería, especializándose en jarras con asa, y decoraron sus piezas y mantos con intrincados trazos geométricos, a los que atribuyeron un poder mágico. Se resguardaron en paravientos y, más tarde, en toldos más elaborados llamados Kau, hechos con cueros de guanaco o vaca. En combate, el arma más temida fue la chuza, una lanza de caña tacuara de entre 2,40 y 3,60 metros de largo, con una moharra de hierro en la punta. Los guerreros a caballo cargaron en escuadrones compactos con la lanza en ristre, empleando alaridos ensordecedores. Manejaron la lanza con destreza, haciéndola girar o "voltear" para buscar una nueva carga. La caballería indígena usó rastrilladas (huellas dejadas por las chuzas arrastradas) para señalar sus movimientos. Demostraron ingenio táctico, usando vejigas infladas con piedras atadas a las colas de los caballos para espantar a la caballería enemiga, o quemando el campo para crear cortinas de humo. También emplearon el conocimiento del terreno, atrayendo a sus perseguidores a tembladerales o a campos con pastos venenosos como el mío-mío, para dejar a los enemigos sin monturas y luego exterminarlos. Además de la chuza, utilizaron arcos y flechas, la macana (garrote de madera dura), hachas de pedernal, hondas y la temible bola perdida y las boleadoras de dos o tres ramales, que usaron con gran maestría en combates personales. Como protección, se cubrieron con escudos y corazas hechos de varias capas de cuero crudo. #PueblosOriginarios #Pampas #HistoriaArgentina #GauchosPrimitivos #mendozantigua
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martes, 16 de diciembre de 2025
🏹 Los Pampas: El Pueblo Cazador que Forjó la Identidad de la Llanura Argentina
Los Pampas constituyeron las etnias originarias de la llanura argentina, habitaron la región antes de la colonización española y sufrieron un trágico declive a partir del siglo XVIII. Históricamente, fueron víctimas de la expansión de los mapuches (a quienes se refirieron como "araucanos") que cruzaron los Andes desde Chile en busca de mejores pastos y ganado, un proceso conocido como "araucanización" que virtualmente extinguió la pureza de la etnia pampa. La geografía del lugar determinó el nombre de este pueblo cazador-recolector, que se dividió en dos grandes grupos: los Taluhet (ubicados al noreste e incluyeron a los Querandíes) y los Diluhet (asentados en el sudoeste). Se destacaron por su gran agilidad y resistencia física, ya que cazaban venados, guanacos, ñandúes y liebres a pie, agotando a sus presas por cansancio. Utilizaron hábilmente las boleadoras y el arco y flecha con punta de pedernal guardada en un carcaj de cuero. En momentos de escasez, recolectaron algarrobas, raíces, semillas e incluso langostas. Los hombres usaron un taparrabo o un chiripá hasta las rodillas, mientras que las mujeres se cubrieron con una pampanilla de piel, dejando el busto descubierto. Tanto hombres como mujeres se abrigaron con quillangos, que eran mantos cosidos de pieles de guanaco, zorro o nutria. El poncho, una pieza rectangular con abertura central, también fue una prenda de abrigo común. Los hombres se distinguieron por el uso del tembetá o barbote, una varilla insertada en el labio inferior como símbolo de madurez. Se pintaron el cuerpo con diseños geométricos y, en ocasiones especiales como la guerra, tiñeron sus rostros de negro y rojo con lo que consideraron signos cabalísticos, creyendo que los hacían invulnerables. Practicaron la poligamia y sus matrimonios se concertaron mediante la compra de la mujer. Celebraron ceremonias con danzas al son de sonajas y tamboriles, presididas por el "vicario" de la deidad maléfica Elel. Su industria principal giró en torno al trabajo de la piedra, con la que tallaron puntas de flecha, morteros, bolas para boleadoras y raspadores para curtir las pieles. A través del contacto con otras culturas, probablemente por influencia incaica, adquirieron destreza en la alfarería, especializándose en jarras con asa, y decoraron sus piezas y mantos con intrincados trazos geométricos, a los que atribuyeron un poder mágico. Se resguardaron en paravientos y, más tarde, en toldos más elaborados llamados Kau, hechos con cueros de guanaco o vaca. En combate, el arma más temida fue la chuza, una lanza de caña tacuara de entre 2,40 y 3,60 metros de largo, con una moharra de hierro en la punta. Los guerreros a caballo cargaron en escuadrones compactos con la lanza en ristre, empleando alaridos ensordecedores. Manejaron la lanza con destreza, haciéndola girar o "voltear" para buscar una nueva carga. La caballería indígena usó rastrilladas (huellas dejadas por las chuzas arrastradas) para señalar sus movimientos. Demostraron ingenio táctico, usando vejigas infladas con piedras atadas a las colas de los caballos para espantar a la caballería enemiga, o quemando el campo para crear cortinas de humo. También emplearon el conocimiento del terreno, atrayendo a sus perseguidores a tembladerales o a campos con pastos venenosos como el mío-mío, para dejar a los enemigos sin monturas y luego exterminarlos. Además de la chuza, utilizaron arcos y flechas, la macana (garrote de madera dura), hachas de pedernal, hondas y la temible bola perdida y las boleadoras de dos o tres ramales, que usaron con gran maestría en combates personales. Como protección, se cubrieron con escudos y corazas hechos de varias capas de cuero crudo. #PueblosOriginarios #Pampas #HistoriaArgentina #GauchosPrimitivos #mendozantigua
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