Emile Leray era un mecánico que había trabajado en el norte de áfrica para varias empresas francesas, enamorado de sus paisajes realizó varios raids turísticos en solitario, pero en 1993 emprendió el mas ambicioso de todos, planeaba llegar desde Tanger, norte de Marruecos hasta Nuakchot en Mauritania. Para este viaje Emile eligió un versatil y confiable Citroën 2 CV, cargó agua y alimentos enlatados para 15 días y una dotación de herramientas básicas. Cerca de la ciudad de Tan Tan, aún en Marruecos, un par de oficiales lo detienen y le impiden seguir ya que terroristas de Sahara Occidental podían robarle el auto para luego cometer atentados, Emile intentó razonar con ellos pero fue inútil, regresó unos kilómetros y cometió una verdadera locura, querer cruzar la frontera por una zona semi desértica e inhóspita. Luego de unas horas de trayecto hacia el sur destrozó la suspensión delantera contra una roca, el viaje llegaba a su fin, pasó la noche en vela mientras evaluaba la situación. La opción mas lógica era caminar rumbo al oeste hasta llegar a la ruta "N1", según sus cálculos le llevaría unos tres días de caminata, pero pese a tener agua para soportar el trayecto temía desviarse y perderse. Emile revisó sus herramientas, se tomó un nuevo día para evaluar una segunda opción y tomó una decisión inverosímil, fabricar una moto con las piezas de su Citroën 2 CV. Con sus herramientas desarmó por completo el auto para evaluar que piezas necesitaría recuperar y cuales modificar, la carrocería sería su refugio mientras realizara la modificación. Sabía que la hoja de su sierra no duraría mucho así que dosificó su uso, solo tendría una oportunidad, si al armarla, la moto no arrancaba o era inmaniobrable no tendría una segunda oportunidad. Luego de diez días la moto estaba lista, era un monstruo mecánico, la bautizó "El camello del desierto", creyendo que no llamaría la atención le colocó la patente del auto. A solo 10 Km/h ya que traccionaba con la marcha atrás emprendió el regreso, por su excesivo peso y mal distribuido se caía constantemente perdiendo combustible y esperanzas. El 28 de Marzo, cuando ya se le estaba acabando el agua, una patrulla militar lo detiene, Emile sin mostrase nervioso le entrega los papeles del vehículo, al percatarse que se trataban de un auto le piden que aclare lo sucedido, allí le explica la odisea, lo suben al móvil y salen en busca de la carrocería. Pocas horas después encuentran los restos del Citroën 2 CV, allí se tomaron fotografías y felicitaron a Emile por su hazaña, pero le confiscaron el Frankenstein mecánico. Tres meses mas tarde por gestión de la embajada francesa la recuperó, como las revistas especializadas dudaban de la veracidad de la historia se la solicitaron para estudiarla, allí comprobaron que era 100% auténtica, hoy en día Emile recorre el mundo participando en encuentros de motociclistas y amantes de la mecánica.
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