En 1788 el Rey Federico Guillermo II de Prusia le encargó al arquitecto Carl Gotthard Langhans que diseñara una monumental entrada a la entonces amurallada ciudad de Berlín. Langhans se inspiró en la puerta de acceso a la Acrópolis de Atenas y creó una de las obras arquitectónicas mas bellas del mundo. Se trata de un pórtico de estilo Neoclásico con columnas dóricas y plagado de relieves griegos, sus imponentes 65 mts de ancho y sus 26 mts de altura dotaban a Berlín de un acceso majestuoso. Para coronar el pórtico se le encargó a Johann Gottfried Schadow una escultura de cobre de una cuadriga o carro victorioso tirado por 4 caballos que le da un tinte épico a la puerta. En 1806 en la batalla de Jena, Napoleón la despachó a París como trofeo de guerra, en 1814 el general Ernst von Pfuel la recuperó. Fue enviada de regreso a Berlín donde se la restauró y se le agregó la cruz de hierro diseñada por Schinkel. Durante la segunda guerra mundial, tanto la puerta, como la cuadriga resultaron severamente dañadas. En 1956 las autoridades divididas de Berlín encararon la restauración, pero con la condición soviética de usar el diseño original sin la cruz, símbolo del militarismo alemán. En 1961, la construcción del muro de Berlín la situó en la zona de exclusión y quedo abandonada. En 1989 la convulsionada situación en Alemania Oriental necesitaba gestos de sensatez. El 22 de Diciembre de 1989, el canciller de Alemania Occidental, Helmut Kohl, recorrió los desérticos 200 mts hasta la puerta, que se abrió y fue recibido por el primer ministro de Alemania del Este, Hans Modrow, comenzaba la unificación de Alemania. Durante el año siguiente se procedió a la demolición del resto del muro, la zona aledaña a la puerta, el Tiergarten, se convirtió en un espacio para recitales y actos en conmemoración de las víctimas de la segunda guerra mundial. Hoy en día la Puerta de Brandenburgo se encuentra totalmente restaurada y es una de las principales atracciones turísticas de Berlín.
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