Las competencias de Gladiadores surgieron en el siglo III antes de cristo como parte de los espectáculos de circos itinerantes y eran coreografiadas y arregladas, sin embargo esto fue mutando a luchas con animales salvajes y desafíos a muerte. En el año 264 a.c. se realiza la primera jornada exclusiva de gladiadores, poco a poco surgieron empresarios que financiaban los encuentros, compraban esclavos y condenados para completar las luchas complementarias a las de los gladiadores profesionales. Las jornadas de lucha duraban todo el día, poco a poco se transformaron en la identidad del imperio y fue necesario brindarles el marco edilicio apropiado. En el año 29 a.c. el cónsul Estatilio Tauro construyó en Roma el "Campo de Marte", primer recinto especialmente diseñado para estos encuentros, pero se destruyó poc completo en el incendio del año 64. Ante la necesidad de un nuevo recinto el emperador Vespasiano inició las obras del Coliseo Romano que aún hoy, casi 2.000 años después sigue en pie. Las jornadas de luchas se transformaron en el mayor evento social de Roma, allí podía verse a los mejores Gladiadores que luchaban contra toros, leones, tigres, esclavos, desertores y condenados a muerte. La decadencia de la sociedad romana se empezó a reflejar en las luchas del Coliseo y otros recintos del imperio, comenzaron a verse luchas desiguales de grupos profesionales contra un solo hombre desarmado que terminaban en desmembramientos. El primer movimiento que llamaba la atención sobre la ausencia de honor y humanidad en estas jornadas fue liderado por un monje oriundo de Asia Menor llamado Telémaco, si bien sumaba seguidores, los consumidores de estos espectáculos eran políticos y hombres poderosos de Roma que no estaban dispuestos a terminar con esta tradición. En el año 391, Telémaco ingresó de incógnito a una jornada y saltó al terreno de lucha para hacer oir sus motivos para acabar con los encuentros, los asistentes lo asesinaron a pedradas. Este hecho fue un llamado de atención para el emperador Teodosio el grande que comenzó a restar fondos para los encuentros fuera de Roma, su sucesor, Honorio, continuó desmantelando la estructura política y económica que sostenía las jornadas, finalmente el 1 de enero del año 404, en el Coliseo Romano se llevó a cabo la última jornada con apenas un puñado de luchas y muy pocos asistentes.
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