Al la derecha de la imagen, antigua casa donde hoy está el Pasaje San Martín.
El comienzo de un nuevo siglo genera expectativas y renueva esperanzas, así fue siempre pero cuando la provincia de Mendoza ingresaba al siglo 20 los mendocinos se preparaban para la nueva etapa con halagüeños presagios. Sobraban ímpetu y entusiasmo y ningún proyecto parecía desmedido. Bastaba recorrer la ciudad para hacer un balance positivo de la situación en que se encontraba la provincia. El progreso económico facilitado por la llegada del ferrocarril y los inmigrantes, la luz eléctrica, el cine, el teléfono, invitaban al optimismo y marcaba una proyección positiva hacia el futuro. El año 1900 sorprendió a Mendoza en plena mutación: aun no terminaba de quitarse de encima muchas costumbres de la vida colonial y su ritmo aldeano cuando ya insertaba en un mundo moderno, dinámico que se movía a la velocidad del tren. Confluían culturas diferentes, criollos e inmigrantes venidos de todos los rincones de Europa, buscando articular un futuro común en nuevo siglo y en una provincia donde el mayor atractivo era que todo estaba por hacerse. Por eso las calles de la capital provincial en el que erróneamente se suponía último día del siglo XX eran un caleidoscopio de luces, colores y música. El júbilo unió a todo el mundo en la urbe Mendocina y en los departamentos cuando llegó la medianoche de aquel 31 de Diciembre de 1899, la ciudad entera estalló en fuegos multicolores. Para todos este era el comienzo de un siglo que sin duda cambiaría sus vidas. Diario Los Andes reflejaba el entusiasmo en sus páginas. El año que termina parece que muere envuelto en una mortaja tejida por el humo de la pólvora, la época es evidentemente positiva. Foto Gentileza: Oscar García Gabutti
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