El destino de un país-isla: La condición de Chile de constituirse en un país enclave, cerrado entre el océano y la cordillera, lo predispuso para pensarse en divergencias que le permitieran superar el enclaustramiento. La odisea del Cabo de Hornos para sortear el aislamiento y poder proyectarse a las metrópolis del otro lado del Atlántico representó, por siempre, una necesidad que debía ser afrontada como un imperativo predeterminado. Enfrentarse a Los Andes para estar dentro del mundo era ineludible. Los más de 2.400 kms. de Cordillera de los Andes con alturas infranqueables debían ser superados como los antiguos a través de la astucia para encontrar los pasos y boquetes donde los senderos y, posteriormente, los caminos de rieles pudieran cumplir su cometido. Vicuña Mackenna en su capacidad de imaginar mundos posibles había entendido que acometer esta odisea era un imperativo. En su libro "A través de Los Andes" (1885) había consignado pormenorizadamente los diversos proyectos e iniciativas que se habían prospectado con diferentes niveles de realismo para llevar adelante la empresa de cruzar Los Andes con un ferrocarril uniendo Chile y Argentina. Señalaba: "Hasta cierto punto es inconcebible que mientras se hacían esfuerzos jigantescos para perforar el Istmo de Panamá y unir por ese punto ambos océanos, que cuando Estados Unidos con su ferrocarril intercontinental se ha apresurado a resolver análogo problema, la república Arjentina y Chile permanezcan inactivos en la gran empresa de allanar el único obstáculo que la naturaleza opone a su mutuo desenvolvimiento". Por entonces los vientos del progreso caracterizaban los ánimos de las fuerza vivas del comercio y la industria nacional y extranjera de Valparaíso, quienes hicieron ver la conveniencia y ventajas que procuraría al país y, a esa ciudad en particular, la construcción del ferrocarril interoceánico, por la vía de Mendoza o San Juan y el Valle de Aconcagua, lo cual lo expresaron en documento expositivo emitido el 20 de julio de 1874:"Los que suscriben, miembros del comercio de Valparaiso, consultados por los señores Clark y Cia., concesionarios del gobierno argentino para la construcción de un ferrocarril que partiendo de Buenos Aires llegue hasta Mendoza y San Juan, y de alli atraviese la cordillera de los Patos o Uspallata, sobre las conveniencias y ventajas que ese camino pudiere ofrecer al comercio de Chile, decimos: Que consideramos que un ferrocarril que partiendo de buenos Aires viniese a empalmar en Aconcagua con el ferrocarril del norte, que a su vez, está unido con el del sur que pronto deberá llegar a Angol, consultará sin duda grandes y generales intereses, desde que unirá sus mas importantes centros de población y de riqueza. Que ese ferrocarril es no solo útil en cuanto a los beneficios que se esperan sino necesario para la conservación del comercio que actualmente tenemos, pues si terminase en San Juan y Mendoza y no pasase a Chile, esas provincias serían atraídas por las mayores facilidades que el mercado de Buenos Aires les ofreciera. Que a Chile le interesa conservar el comercio de Cuyo, pues si lo perdiese tendrían que exportar su oro para pagar el ganado que siempre tendría que comprar en dichas provincias. Que también perderia el producto de los minerales explotables en esta parte de la cordillera. Fuera de estas consideraciones el ferrocarril por Aconcagua incrementará la industria y la riqueza pública con la introducción en el pais de los capitales extranjeros que necesita una obra de tanta importancia, hará más económico y espedito el tránsito de pasajeros y de la correspondencia para Europa, que tienen tanta influencia en el comercio, y en una palabra, producirá ventajas de todo género, independientemente de las que reportará en otro orden y que no es nuestro propósito indicar". (Libro de Pablo Moraga Feliú - El Ferrocarril Trasandino, La Conuista de la Cordillera de los Andes)
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