viernes, 29 de marzo de 2024

José Benito de San Martín en su Parque de Chacras de Coria junto a sus hijas Sarita, Hortensia, Estela (en sus brazos) y Angélica. c. 1915.


Si bien no está documentado que revelara él mismo, si se han conservado cajas de placas y otros insumos donde se aprecia una etiqueta de la casa de fotografia Trini, que en la avenida San Martin 1319 de Mendoza ofrecia "Revelaciones y copias en el día" y, al mismo tiempo, se han hallado los envases de la gelatina de bromuro de plata que se les colocaba a las placas, como así también placas autocromas para dar color a las mismas. Quedó también testimonio de la inauguración el 12 de febrero de 1914 del monumento al Ejército de los Andes en el Cerro de la Gloria. La labor fotográfica de De San Martin tuvo además de la faz documental un evidente perfil artistico. Muchas de sus tomas son producto de un ojo entrenado y atento al placer estético. La colección fue conservada, tras su muerte el 25 de junio de 1944, por su hija Angèle de San Martin de Correas y luego por su nieta Maga, antes de llegar a manos de su otra nieta, Nora, quien con la colaboración de su asistente, Adriana Antidin hizo una impecable tarea de conservación. La labor consistió en la digitalización de las imágenes mediante un scanner Epson Perfection V750 Pro. Cada una de las casi seis mil novecientas placas de vidrio fue limpiada con un pincel para sacarles el polvo y luego con alcohol isopropilico. Terminado ese proceso, se las envolvió con papel de arroz, no ácido, y se las enumeró para volver a colocarlas en sus cajas originales. Paradójicamente, las fotos de José Benito de San Martin, con su gran contenido estético, documental y patrimonial, es lo único que pervive hoy de su intensa labor. Esta conservación se concretó gracias a la labor incansable de su nieta, quien valoró la importancia de la colección. El frigorifico donde se hizo el enfriamiento de uvas para exportar está hoy en ruinas, esperando su demolición total; del Parque Aborigen es poco lo que queda, la depredación, el abandono y la falta de politicas ambientales y culturales hicieron que una porción fuera recortada para construir el estadio del Mundial 78 de fútbol, de ahí en más su decadencia fue progresiva; nadie concretó el Plan Regulador y la ciudad creció anárquicamente; el Parque O'Higgins, que él imaginó como un pulmón urbano grato a los ciudadanos, se transformó en uno de los lugares más sordidos de la ciudad; su máxima creación, el Parque Angélica, fue arrasado por un barrio privado, permaneciendo sólo un vago recuerdo de lo que fue la obra inigualable de un soñador. Como si la trágica decisión que puso fin a su vida hubiera sido el anuncio del derrumbe inexorable de sus obras, todas ellas han sido destruidas. Sólo sus fotos han vencido al tiempo. Hoy, gracias a estas fotos, ese aliento de José Benito de San Martin vuelve a soplar y a recordarle a Mendoza la pertinencia de sus preocupaciones y sus enérgicas acciones para transformarlas en obras. (Del Libro: José Benito de San Martín. La Lúcida mirada de un hacedor) Gentileza de Nora Correas y Jaime Correas

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