El 20 de marzo de 1861, un terremoto devastador redujo a escombros la antigua ciudad de Mendoza, construida en adobe y sin infraestructura antisísmica. La tragedia dejó miles de muertos y marcó un punto de inflexión en la historia urbana de la provincia. En una Argentina aún en formación, sin recursos ni protocolos de emergencia, la reconstrucción fue lenta: tomó más de dos décadas recuperar la población perdida. A pesar del desastre, la respuesta fue audaz. En 1863, se decidió reubicar la ciudad en la Hacienda San Nicolás, y el agrimensor Julio Balloffet diseñó un trazado moderno: un damero de 64 manzanas, con cinco plazas equidistantes, inspirado en el urbanismo neoclásico europeo. En el centro se ubicó la Plaza Independencia, de 4 hectáreas, pensada como corazón cívico: allí se proyectaron la Casa de Gobierno, la Catedral y la Legislatura Provincial. En las diagonales, se distribuyeron las plazas España, Chile, San Martín e Italia, cada una de una manzana, creando un equilibrio simétrico y funcional. La reconstrucción no solo fue física, sino simbólica. La experiencia del terremoto y otros fenómenos naturales como aluviones generaron en los mendocinos una conciencia de resistencia, una idea de que la ciudad podía renacer desde sus ruinas. Este espíritu se combinó con un conservadurismo social, reacio a los cambios abruptos, ya fueran políticos o geológicos, pero profundamente comprometido con la acción constructiva y la planificación urbana. #Mendoza1861 #TerremotoHistórico #CiudadResiliente #PuebloNuevo #PlazaIndependencia #UrbanismoNeoclásico #RenacerDesdeLasRuinas #HistoriaMendocina #BalloffetVisionario #MemoriaSísmica #mendozantigua
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miércoles, 19 de noviembre de 2025
🌍 Mendoza 1861: del desastre sísmico al renacimiento urbano que redefinió su identidad
El 20 de marzo de 1861, un terremoto devastador redujo a escombros la antigua ciudad de Mendoza, construida en adobe y sin infraestructura antisísmica. La tragedia dejó miles de muertos y marcó un punto de inflexión en la historia urbana de la provincia. En una Argentina aún en formación, sin recursos ni protocolos de emergencia, la reconstrucción fue lenta: tomó más de dos décadas recuperar la población perdida. A pesar del desastre, la respuesta fue audaz. En 1863, se decidió reubicar la ciudad en la Hacienda San Nicolás, y el agrimensor Julio Balloffet diseñó un trazado moderno: un damero de 64 manzanas, con cinco plazas equidistantes, inspirado en el urbanismo neoclásico europeo. En el centro se ubicó la Plaza Independencia, de 4 hectáreas, pensada como corazón cívico: allí se proyectaron la Casa de Gobierno, la Catedral y la Legislatura Provincial. En las diagonales, se distribuyeron las plazas España, Chile, San Martín e Italia, cada una de una manzana, creando un equilibrio simétrico y funcional. La reconstrucción no solo fue física, sino simbólica. La experiencia del terremoto y otros fenómenos naturales como aluviones generaron en los mendocinos una conciencia de resistencia, una idea de que la ciudad podía renacer desde sus ruinas. Este espíritu se combinó con un conservadurismo social, reacio a los cambios abruptos, ya fueran políticos o geológicos, pero profundamente comprometido con la acción constructiva y la planificación urbana. #Mendoza1861 #TerremotoHistórico #CiudadResiliente #PuebloNuevo #PlazaIndependencia #UrbanismoNeoclásico #RenacerDesdeLasRuinas #HistoriaMendocina #BalloffetVisionario #MemoriaSísmica #mendozantigua
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