Si bien sus padres eran húngaros y solo estaban temporalmente en Tel Aviv, cuando en 1948 se creó el estado de Israel los padres de Uri decidieron quedarse allí y afincarse. Abrazó la magia de muy joven y solía presentarse en clubes nocturnos que monitoreados por el estado solo permitían actos inocentes y lavados, por ello los ilusionistas eran de las pocas cosas permitidas. Al terminar su adolescencia fue convocado por el Servicio Militar Israelí, en el que sirvió como paracaidista en la Guerra de los 6 días, al ser dado de baja trabajó como modelo publicitario hasta que en 1969 retomó la magia. Uri comenzó a pregonar que poseía poderes y habilidades paranormales como la telequinesis y la telepatía, cuando le preguntaron de donde sacaba sus poderes, comentó que cuando tenía cuatro años fue golpeado por una luz desde el cielo y que esa noche mientras tomaba sopa, su cuchara se dobló y se rompió, a partir de allí ese era su acto principal, doblar cucharas metálicas. Su poder de convencimiento era tal, que empresas multinacionales lo contrataban para buscar petróleo, agua, oro y minerales, aunque al poco tiempo se comentaba que había amasado una fortuna a cambio de no encontrar nada. En 1972 dio un salto a la televisión mundial convirtiéndose en una celebridad, escribió decenas de libros y editó infinidad de videos. Su arrogancia y pedantería llamaron la atención de James Randi, un ilusionista canadiense especialista en desenmascarar a charlatanes y timadores, por ello lo retó a repetir sus actos pero bajo su fiscalización. En 1973 Geller fue invitado al programa de Johnny Carson, donde asesorados por Randi le dieron cucharas comunes que no pudo doblar, no pudo saber bajo que copa invertida estaba la pelota de golf y no adivinó de que era el dibujo escondido en un sobre, todos actos que Uri repetía hasta el cansancio. Esto dio un golpe de knock out a la carrera de Uri que debió conformarse con presentaciones menores y libros de poca tirada. Intentó demandar a Randi pero solo logró evitar que lo nombre, en respuesta, este lo desafió a repetir sus actos en un ambiente controlado científicamente, y si lo lograba le pagaría un resarcimiento de un millón de dólares, Uri jamás aceptó el desafío, hoy vive en Berkshire, Inglaterra, alejado por completo de los escenarios.
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