viernes, 25 de julio de 2025

Florence Nightingale (1820–1910) fue una figura revolucionaria en la historia de la salud pública y la enfermería. Su legado se forjó en los campos de batalla de la Guerra de Crimea (1854–1856), donde transformó el cuidado de los heridos y sentó las bases de la enfermería moderna.


Durante la Guerra de Crimea, Nightingale lideró un grupo de 38 enfermeras voluntarias en el hospital militar de Scutari, cerca de Constantinopla. Las condiciones eran deplorables: suciedad, hacinamiento, falta de higiene y una tasa de mortalidad cercana al 40%. Florence reorganizó el hospital, introdujo prácticas de limpieza, ventilación y alimentación adecuada, y logró reducir la mortalidad al 2%. Su imagen recorriendo los pasillos con una lámpara se convirtió en símbolo de compasión y eficiencia. Fue pionera en el uso de gráficos estadísticos para demostrar el impacto de la higiene en la salud. Publicó informes que influenciaron reformas sanitarias en el ejército británico y en hospitales civiles. Fundó en 1860 la Escuela de Enfermería Nightingale en el Hospital St. Thomas de Londres, la primera institución laica para formar enfermeras profesionales. Aunque no participó directamente,  su trabajo inspiró a enfermeras como Dorothea Dix y Clara Barton (fundadora de la Cruz Roja Americana), quienes adoptaron sus principios de organización, higiene y atención humanitaria durante la Guerra Civil de EE. UU. (1861–1865)4. Sus escritos, especialmente Notas sobre enfermería (1859), fueron utilizados como guía en hospitales de campaña. Definió la enfermería como una disciplina científica y ética, centrada en el entorno del paciente. Rechazó honores y riquezas, dedicando su vida al servicio público. Fue la primera mujer en recibir la Orden del Mérito del Reino Unido (1907).

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