domingo, 24 de enero de 2021

'La espada de He Man'

Boris Grigoryevich Onishchenko además de impronunciable nos resulta indiferente, pero en 1976 era una estrella, hasta que se pasó de listo y terminó siendo una vergüenza. El buen Boris era un atleta soviético especialista en pruebas combinadas de Pentatlón Moderno. En los juegos olímpicos de Munich 1972 había ganado la medalla de oro por equipos y había estado cerca de repetir en individuales pero se tuvo que conformar con la medalla de plata. El húngaro Andras Balczo le había arrebatado la gloria completa por tan escaso margen que en la URSS se lo reconoció como si hubiera ganado. Boris era el campeón soviético, dominaba a voluntad 3 de las 5 disciplinas, natación, salto ecuestre y la carrera de campo traviesa, pero tenía dificultades en tiro y esgrima. Para los juegos de Montreal 1976 llegaba como favorito y como oficial del ejército soviético era un estandarte de la delegación. Sus rivales directos en la prueba de esgrima era el equipo británico. Su primer rival de fuste fue el inglés Adrian Parker, quién se dispuso a dar una lección a Boris. En la primera aproximación de Boris en el tablero se prendió la luz roja marcando el contacto, Parker se quedó preguntando donde lo había tocado ya que no había sentido el contacto. En escasos segundos la situación se repitió y Boris pasó de ronda, allí lo esperaba el campeón inglés Jim Fox. En la primera aproximación Boris lanzó una aparatosa estocada que pasó por debajo del brazo de Fox, sin embargo ¡touché!, el tablero marcó contacto. Los ingleses no sospecharon de Boris, creían que había un problema en el sistema y pidieron revisarlo. Cuando confirmaron que en el tablero no estaba el problema pidieron ver los cables dentro del traje de Boris y "voila", era la espada de He Man. Boris llevaba un pulsador en la empuñadura que completaba el circuito simulando un contacto. El comité de disciplina lo descalificó y fue invitado a abandonar Canadá. Al llegar a la villa olímpica el equipo soviético de Voley intentó lincharlo. Zafó de volar por una ventana pero al llegar a Moscú la pasó peor. Los periódicos rusos lo bautizaron "Disonischenko" (Tramposo) y debió disculparse ante el mismísimo líder soviético Leonid Brezhnev. Se le retiró todo apoyo económico y para subsistir debió trabajar en una mina de sal.

Fuente: Pequeñas Piezas de la Historia

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