lunes, 9 de agosto de 2021

Carlos Norberto Vergara, el mendocino que tuvo una destacada actuación en la educación nacional

 por Carlos Campana, para Ciudadanodiario.com

Implantó nuevas normas evolutivas pedagógicas que fueron reconocidas en el país y en el mundo, aunque al principio fueron rechazadas


Carlos Norberto Vergara fue uno de los educadores más destacados de nuestro país desde finales del siglo XIX y principios del XX, ya que los métodos pedagógicos que aplicó en la enseñanza causaron una verdadera revolución para aquellos tiempos. Nacido en nuestra provincia, marcó un hito en la educación, pero lamentablemente, como muchos, luego cayó en el olvido. Los mendocinos conocemos muy poco sobre la vida y trayectoria de este educacionista, abogado y filósofo, aunque una calle en Godoy Cruz, una escuela y una plazoleta en la Ciudad llevan su nombre.

Mendocino brillante

Nació en Mendoza con el nombre de Norberto Carlos del Corazón de Jesús Vergara el 6 de junio de 1859, y fue bautizado el 2 de setiembre de ese mismo año. Sus padres se llamaban Carolino Vergara y Carolina Arce. De condición muy humilde Carlos realizó sus estudios primarios y parte de los secundarios en la Ciudad. Por sus sobresalientes calificaciones, el gobierno provincial le otorgó una beca para cursar el profesorado en la Escuela Normal de Paraná (Entre Ríos), donde se graduó con honores en 1878. De inmediato fue contratado por ese establecimiento para ejercer allí una cátedra. Sólo contaba con 19 años y fue el docente más joven de ese momento en ocupar ese cargo. Al año siguiente regresó a su tierra natal y obtuvo el nombramiento de profesor de la Escuela Normal de Mendoza.  Después de ejercer por un tiempo la docencia en ese establecimiento, fue llamado desde Buenos Aires por el gobierno nacional. Inmediatamente el educacionista partió hacia la gran ciudad para ocupar el cargo de inspector Nacional de Educación y también el de asesor técnico. En 1881 obtuvo el cargo de director de la Escuela Normal de Mercedes, en la Provincia de Buenos Aires, donde comenzó a implantar nuevas normas evolutivas de la enseñanza que le valieron su destitución luego de tres años. Sin embargo, varios años después le fue reconocida la aplicación de esos métodos por parte de los educadores del país y del mundo. Regresó a Mendoza en octubre de 1896 cuando fue contratado como visitador de escuelas, y un año más tarde ocupó el cargo de inspector general. Durante su estada en esta provincia ejecutó diferentes planes y propuso revolucionarias instrucciones para los docentes. El gobierno nacional lo volvió a llamar para ocupar un puesto en el Ministerio de Educación por sus grandes conocimientos en la materia.  Entre otras actividades desarrolladas, Vergara estudió leyes en la Universidad de La Plata y se recibió de abogado, aunque nunca ejerció la profesión.  Como escritor publicó varias obras, y una de las más importantes fue la titulada Querer es poder. Pero su gran desafío fue la enseñanza y colaboró activamente como asesor en varios establecimientos educativos del país. En 1920 se jubiló pero nunca dejó del todo su amor por la educación. Por muchos años  se radicó en  Buenos Aires, pero poco tiempo antes de su muerte eligió  la ciudad de Córdoba para establecerse definitivamente y allí falleció el 18 de febrero de 1929.

El legado de su pensamiento

Los métodos y criterios pedagógicos que aplicó Carlos Norberto Vergara fueron semejantes a los establecidos en la Institución Libre de Enseñanza que fundó Giner de los Ríos en España. Creó una comunidad educativa sin programas, reglamentos ni horarios y fueron borrados los límites entre la escuela primaria y  la secundaria. Desarrollada al calor de la lucha contra el dogmatismo, el metodismo y la burocracia de la enseñanza. Era un hombre de grandes intuiciones, no de prolijas lecturas. No realizó un aporte teórico, pero produjo significantes hechos político-educativos y didácticos y abrió la educación alternativa. Su teoría del sujeto de la educación estaba basada con elementos cristianos, krausistas, positivistas, un evolucionismo no racista y un naturalismo optimista. En su pensamiento político, Vergara era simpatizante de la Unión Cívica Radical de entonces, mientras que en lo pedagógico se sentía atraído por un liberalismo solidario.

 La plazoleta en honor a su nombre

En 1932, tiempo después de la muerte del educacionista, un grupo de docentes congregados en una comisión de homenaje presidida por Benito Olivera, propuso al municipio de la Ciudad de Mendoza y al Concejo Deliberante dar el nombre de Carlos N. Vergara a una plazoleta de la Ciudad, que se construyó entre las calles Belgrano, Arístides Villanueva, Tiburcio Benegas y Rufino Ortega. Fue inaugurada el 11 de setiembre de 1932 con la presencia de autoridades provinciales, municipales y público en general. Entre otros, hablaron el representante del municipio, Guillermo Mario Arroyo. El 20 de diciembre de 1947, a iniciativa del entonces intendente de la Ciudad Jorge I. Segura, fueron inauguradas las obras de remodelación que embellecieron ese paseo. Allí estuvieron presentes funcionarios provinciales y municipales además de contar con la presencia de asociaciones vecinales y público en general. Parte de esta obra con sus características construcciones de pérgolas y piedra labrada local siguen adornando aún hoy al paseo.

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