🐴 La chirinada de Monte: cuando el desorden se volvió leyenda
En la madrugada del 28 de octubre de 1858, el pueblo bonaerense de Monte fue escenario de un episodio tan breve como insólito: un grupo de 30 a 40 hombres armados, liderados por el carnicero Víctor Chirino, tomó por sorpresa la comisaría local y depuso al juez de paz. Al grito de “¡Viva la religión! ¡Muera el gobierno!”, los sublevados —viejos paisanos rosistas— intentaban revivir un espíritu federal ya desarticulado tras la caída de Juan Manuel de Rosas. El contexto era el gobierno de Pastor Obligado, presidente del Estado de Buenos Aires, separado de la Confederación Argentina. La acción de Chirino, sin planificación ni respaldo, fue rápidamente neutralizada por la Guardia Nacional y vecinos del lugar, encabezados por el estanciero Luis Barreda. La fuga de Chirino fue tan desprolija como su alzamiento: según relatos, huyó “en pelo”, sin montura, dejando atrás hasta el recado. Desde entonces, su apellido quedó asociado a lo grotesco y fallido, y dio origen al término “chirinada”, registrado por la Real Academia Española como “asonada inútil, motín frustrado”. La palabra se popularizó en ámbitos políticos y militares, y fue utilizada incluso por Juan Domingo Perón para ridiculizar intentos de golpe desorganizados. Algunos filólogos vinculan su etimología con el personaje homónimo de Juan Moreira, aunque la referencia más directa sigue siendo el episodio de Monte.
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