Desde Lessines, Bélgica, emergió uno de los grandes renovadores del arte moderno: René Magritte. Su obra, marcada por la paradoja visual y el misterio cotidiano, transformó la percepción del surrealismo y dejó una huella indeleble en la historia del pensamiento visual. Magritte nació como René François Ghislain Magritte, y su infancia estuvo marcada por el suicidio de su madre, un hecho traumático que influiría en su estética de lo oculto y lo inexplicable. A los 14 años comenzó a estudiar pintura en Châtelet, y en 1916 ingresó a la Académie Royale des Beaux-Arts de Bruselas, donde se formó en técnicas clásicas. Sus primeras obras fueron impresionistas, pero tras el servicio militar, se inclinó por el cubismo y luego por un estilo más abstracto y colorido. En 1926, Magritte consolidó su giro hacia el surrealismo, desarrollando un lenguaje visual basado en realismo mágico, contradicciones ópticas y juegos de perspectiva. Obras como La traición de las imágenes (“Esto no es una pipa”) y Los amantes revelan su obsesión por la ambigüedad perceptiva, los falsos espejos y los encuadres imposibles. Aunque su obra fue ampliamente valorada en Estados Unidos, Magritte prefirió exponer en Bélgica y los Países Bajos, manteniendo una postura crítica frente al mercado del arte. En 1967, poco después de inaugurar una muestra en el Museo Boymans Van Beuningen de Róterdam, sufrió una descompensación y falleció en Bruselas a causa de un cáncer de páncreas. Su influencia se extiende a la publicidad, el cine, la filosofía y la cultura pop, siendo considerado uno de los pensadores visuales más provocadores del siglo XX. #RenéMagritte1898 #SurrealismoBelga #LaTraiciónDeLasImágenes #LosAmantes #RealismoMágico #ArteYAmbigüedad #PensamientoVisual #MagritteEterno #EstoNoEsUnaPipa #MisterioCotidiano #mendozantigua
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