lunes, 8 de febrero de 2021

GEORGALOS DE GRECIA CON AMOR

La historia de Georgalos se remonta a 1939, cuando Don Miguel, oriundo de Grecia, llegó a Buenos Aires y, mientras trabajaba hombreando bolsas en el puerto porteño, comenzó a fabricar en un tachito de cobre, en la pensión en la que vivía, un postre tradicional del este europeo denominado “halvá”. Ese alimento tiene como insumo tradicional el sésamo y Georgalos descubrió que el maní molido podía reemplazarlo perfectamente: así nació el Mantecol. Su conexión con Córdoba llega en la década de 1960, cuando compró un campo cerca del río Xanaes, en la zona de Rincón, para producir su propio maní e industrializarlo en un galpón que construyó allí. Justo en ese momento, en Río Segundo había cerrado la Cervecería Río Segundo y el inmueble había quedado libre: Georgalos vio la oportunidad y lo compró. “El apogeo fue en esta década y en la siguiente, que coincidió con el momento de mayor comunicación y exposición de la marca, con los comerciales de Manuel García Ferré, las contratapas en la revista Anteojito. Y también fue en esa época que se lanzó otro producto emblemático, el Namur, primer turrón con oblea se fabricó en Argentina”, rememora Gounaridis (nieta de Georgalos) De hecho se apeló al sentimiento futbolístico y se realizó una publicidad con los principales clubes de fútbol de la argentina. Muchos se acordarán de: “ Diablos, diablos (Independiente) que rico turrón Namur, el millonario, millonario (River) del sabor Namur; es un santo, un santo (San Lorenzo) en el precio de la academia,academia (Racing) del turrón Namur; siempre en su Boca, siempre en su Boca, turrón Namur, turrón Namur, turrón Namur” En un intento de seguir creciendo, abriendo nuevas plantas industriales en otros lugares del país, con grandes compromisos tomados y cuando Don Miguel planifica su retiro por inconvenientes en su salud, comenzaron los problemas que derivaron casi en el final de la empresa. Lo usual en casos, como el de Georgalos, es que cuando venden su marca emblema las firmas desaparezcan. Pero no fue así, el dolor de ese desprendimiento fue el puntapié para iniciar la recuperación. Sobre finales del 2005, acarreando casi 10 años de convocatoria, termina de resolver toda su deuda concursal. “Fue una época ríspida en la que tuvimos que hacer todo a pulmón y trabajar sólo con la caja que obtenía la compañía, sin ayuda financiera. Lo que hicimos fue darnos vuelta y ver cuáles eran los otros ‘hijos’ que teníamos y que había que sacarle un mayor potencial. La venta de Mantecol nos permitió hacer incorporaciones tecnológicas y nos ayudó a reconvertir productos, mejorar el branding, potenciar otras marcas como Flynn Paff, que es también muy reconocida”, afirma Gounaridis. Pero no fue fácil: “Una cosa era tocar la puerta de los clientes con el ‘prócer’, y otra ya sin tenerlo. Fue toda una reconstrucción comercial demostrar que podíamos seguir viviendo”, añade la ejecutiva. Hasta que en 2008, el “prócer” de alguna manera renació: Georgalos lanzó el postre de maní Nucrem. “Fue todo un desafío desde que tuvimos la hoja en blanco: ¿qué nombre le ponemos?, ¿cómo hacemos para pelear contra nosotros mismos? Se hicieron fuertes investigaciones de mercado y un trabajo que ha dado su fruto: logramos recuperar el 30 por ciento del mercado”, asegura Gounaridis. El año pasado llegó el segundo hito dentro del proceso de recuperación: el relanzamiento, después de 30 años, del turrón Namur. Hoy Georgalos es una empresa nuevamente consolidada, con más de mil empleados entre sus diferentes plantas y unidades de negocio: el maní, con integración vertical (siembra propia, procesamiento, exportación, ventas a mercado interno y abastecimiento a la planta de alimentos); la planta de Río Segundo, dedicada a golosinas, a chocolates y a turrones; una fábrica en Luján (Buenos Aires), de extrusión de cereales y de oleaginosas, y la firma Poligraf, que produce en Villa Mercedes (San Luis) envases flexibles, tanto para Georgalos como para otras compañías. A esto se suman dos centros de distribución y el plus de tener todos los procesos certificados con normas ISO 22.000. La empresa también se fortalece en el comercio exterior, con exportaciones de productos de todo tipo y a diversos mercados, como chocolates de maní a Medio Oriente y cereales para desayuno al Caribe. Fte:Favio Re para La Voz. Comentarios al posteo a cargo de Diego Weinstein. Tomado del muro de "Historias Perdidas de Buenos Aires"


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