domingo, 11 de junio de 2023

El 11 de junio de 1985, después de 10 años en estado vegetativo, moría Karen Ann Quinlan.


Su caso se hizo conocido en el mundo entero, abrió un debate sobre la eutanasia y obligó a replantear los principios de la bioética y el alcance de los derechos civiles. En abril de 1975, la joven y hermosa Karen estaba haciendo una dieta estricta para adelgazar, sin haber consumido ningún alimento durante el día asistió a una fiesta donde bebió abundante alcohol e ingirió pastillas de Valium, a los pocos minutos dijo sentirse mareada, por lo que el anfitrión le permitió recostarse en una habitación. Finalizada la fiesta la encontraron inconsciente y sin respiración aparente, los servicios de emergencia la trasladaron a un hospital. Se le diagnosticó una “anoxia prolongada por falla del sistema autónomo y carencia respiratoria”, se cree que en estado de inconsciencia se ahogo en su propio vómito, fue puesta en un respirador artificial en el hospital, sin embargo, el daño cerebral era tal que quedó en estado vegetativo. Luego de unos meses al confirmarse su muerte cerebral los padres solicitaron al hospital que le quitaran el respirador y dejarla morir, los médicos se negaron por lo que el caso llegó a la corte que a fines de 1976 autorizó el pedido de los padres. Los médicos quedaron atónitos cuando Karen luego de una breve crisis comenzó a respirar por sus propios medios aunque sin mostrar cambios en su estado vegetativo, Karen vivió 9 años mas alimentada de manera intravenosa hasta que una neumonía acabó con el hilo de vida que le quedaba, pesaba apenas 35 kg. Este caso fue relevante debido a que, a raíz de la sentencia judicial, se constituyeron por primera vez en la historia los comités de ética hospitalaria.

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