La historia del Hotel Llao Llao comienza con Exequiel Bustillo, un hombre clave en el desarrollo de la Patagonia argentina como presidente de la Dirección de Parques Nacionales desde 1934. Bustillo soñaba con convertir Bariloche en un destino turístico de nivel internacional, inspirado por los paisajes alpinos de Suiza. En 1936, encargó a su hermano, el arquitecto Alejandro Bustillo, diseñar un hotel de lujo en la península de Llao Llao, entre los lagos Nahuel Huapi y Moreno, con vistas al cerro Tronador y los picos Capilla y López. Alejandro creó un diseño en estilo montañés canadiense, con tejuelas de alerce, troncos de ciprés y piedra toba verde, materiales autóctonos que armonizaban con el entorno. La construcción comenzó ese año, financiada por el Estado argentino con un presupuesto de 1,2 millones de pesos (equivalentes a unos 12 millones de dólares actuales, según cálculos históricos). El hotel, con 52 habitaciones, un comedor principal, un bar y amplios ventanales, se levantó a 22 metros sobre el nivel del lago Moreno, en un terreno donado por la familia Ortiz Basualdo. El 8 de enero de 1938, el Hotel Llao Llao fue inaugurado con una gran ceremonia. Asistieron el presidente Agustín P. Justo, figuras de la alta sociedad y hasta un obispo que bendijo el lugar. Ese mismo día, Exequiel convenció a Juana González de Devoto para financiar la cercana Capilla San Eduardo. El hotel se convirtió rápidamente en un éxito, atrayendo a la élite argentina y extranjera con su lujo rústico y su ubicación privilegiada. Sin embargo, la gloria duró poco. El 26 de octubre de 1939, menos de dos años después de su apertura, un incendio devastador destruyó el edificio. El fuego, provocado por una chispa de una salamandra mal apagada en la cocina, se propagó rápidamente por la estructura de madera. Los bomberos llegaron tarde desde Bariloche, a 25 km, y el hotel quedó reducido a cenizas. Fue un golpe duro para Bustillo y para la región, que perdía su joya turística. La tragedia no detuvo a Exequiel Bustillo. Decidido a recuperar el hotel, convenció al gobierno de reconstruirlo. En 1940, Alejandro Bustillo retomó el proyecto, ajustando el diseño para hacerlo más resistente al fuego: mantuvo el estilo montañés pero incorporó bases de cemento y un techo de pizarra negra en lugar de madera. La reconstrucción costó 4,5 millones de pesos y tomó dos años. El 15 de diciembre de 1942, el Hotel Llao Llao reabrió sus puertas, esta vez con 70 habitaciones y una impronta aún más imponente. Durante las décadas de 1940 y 1950, bajo la gestión estatal, el hotel vivió su época dorada. Fue un refugio para presidentes como Juan Domingo Perón y Arturo Frondizi, y recibió a figuras internacionales como el rey Leopoldo III de Bélgica y el astronauta Neil Armstrong. Su campo de golf de 18 hoyos, diseñado en 1937, se consolidó como uno de los mejores de Sudamérica. Sin embargo, con el tiempo, la administración pública enfrentó dificultades económicas, y el hotel empezó a deteriorarse. En 1979, el gobierno militar decidió desprenderse del hotel y lo concesionó a privados. La empresa Hoteles Sudamericanos S.A. tomó el control, pero la gestión fue un desastre: el mantenimiento decayó, las alfombras se gastaron, las paredes se llenaron de humedad y el servicio perdió su prestigio. Para 1989, el hotel estaba en quiebra, y en 1990 cerró sus puertas. Durante tres años, quedó abandonado, un gigante silencioso rodeado de maleza, hasta que un nuevo capítulo comenzó. En 1991, la familia Sutton, liderada por Eduardo y Ted, vio el potencial del Llao Llao. Tras negociar con el gobierno, compraron la concesión por 20 años y se asociaron con el grupo IRSA y George Soros para invertir 15 millones de dólares en su restauración. El arquitecto Edgardo Minond supervisó la obra, respetando el diseño de Bustillo pero modernizando instalaciones. El 3 de diciembre de 1993, el hotel renació con 162 habitaciones, un spa, piscina climatizada y un restaurante de alta cocina. Desde su reapertura, el Hotel Llao Llao se ha consolidado como un resort de lujo de clase mundial. En 2001, se agregó el Ala Moreno, con 43 suites y un lobby vidriado con vistas espectaculares, elevando la capacidad a 205 habitaciones. En 2007, la concesión se extendió hasta 2037, y en 2018, para su 80° aniversario, se renovaron interiores y se instaló un sistema ecológico de calefacción. El hotel ha recibido a líderes como Bill Clinton (1997), Barack Obama (2016) y Emmanuel Macron, además de celebridades como Antonio Banderas y Shakira. En 2023, fue sede de una cumbre de empresarios del G20, y su campo de golf sigue siendo un imán para aficionados. Ha ganado premios como “Mejor Hotel de Argentina” por Condé Nast Traveler y TripAdvisor en varias ocasiones, incluyendo 2024. El incendio: Hay rumores de que el fuego de 1939 fue intencional, ligado a disputas políticas, pero nunca se probó. La campana: Una campana de bronce de la primera etapa sobrevivió al incendio y hoy se exhibe en el lobby. Cine: Apareció en películas como La Patagonia rebelde (1974) y series internacionales. Hoy, el Llao Llao es más que un hotel: es un símbolo de resiliencia y de la belleza patagónica. Desde su mirador en el hoyo 18 del golf, con el lago y los cerros de fondo, entendés por qué Bustillo lo soñó aquí.
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domingo, 9 de marzo de 2025
8 de Enero de 1938 - Es Inaugurado el Hotel Llao Llao, ubicado en una colina entre los lagos Nahuel Huapi y Moreno, dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi, en Bariloche Argentina.
La historia del Hotel Llao Llao comienza con Exequiel Bustillo, un hombre clave en el desarrollo de la Patagonia argentina como presidente de la Dirección de Parques Nacionales desde 1934. Bustillo soñaba con convertir Bariloche en un destino turístico de nivel internacional, inspirado por los paisajes alpinos de Suiza. En 1936, encargó a su hermano, el arquitecto Alejandro Bustillo, diseñar un hotel de lujo en la península de Llao Llao, entre los lagos Nahuel Huapi y Moreno, con vistas al cerro Tronador y los picos Capilla y López. Alejandro creó un diseño en estilo montañés canadiense, con tejuelas de alerce, troncos de ciprés y piedra toba verde, materiales autóctonos que armonizaban con el entorno. La construcción comenzó ese año, financiada por el Estado argentino con un presupuesto de 1,2 millones de pesos (equivalentes a unos 12 millones de dólares actuales, según cálculos históricos). El hotel, con 52 habitaciones, un comedor principal, un bar y amplios ventanales, se levantó a 22 metros sobre el nivel del lago Moreno, en un terreno donado por la familia Ortiz Basualdo. El 8 de enero de 1938, el Hotel Llao Llao fue inaugurado con una gran ceremonia. Asistieron el presidente Agustín P. Justo, figuras de la alta sociedad y hasta un obispo que bendijo el lugar. Ese mismo día, Exequiel convenció a Juana González de Devoto para financiar la cercana Capilla San Eduardo. El hotel se convirtió rápidamente en un éxito, atrayendo a la élite argentina y extranjera con su lujo rústico y su ubicación privilegiada. Sin embargo, la gloria duró poco. El 26 de octubre de 1939, menos de dos años después de su apertura, un incendio devastador destruyó el edificio. El fuego, provocado por una chispa de una salamandra mal apagada en la cocina, se propagó rápidamente por la estructura de madera. Los bomberos llegaron tarde desde Bariloche, a 25 km, y el hotel quedó reducido a cenizas. Fue un golpe duro para Bustillo y para la región, que perdía su joya turística. La tragedia no detuvo a Exequiel Bustillo. Decidido a recuperar el hotel, convenció al gobierno de reconstruirlo. En 1940, Alejandro Bustillo retomó el proyecto, ajustando el diseño para hacerlo más resistente al fuego: mantuvo el estilo montañés pero incorporó bases de cemento y un techo de pizarra negra en lugar de madera. La reconstrucción costó 4,5 millones de pesos y tomó dos años. El 15 de diciembre de 1942, el Hotel Llao Llao reabrió sus puertas, esta vez con 70 habitaciones y una impronta aún más imponente. Durante las décadas de 1940 y 1950, bajo la gestión estatal, el hotel vivió su época dorada. Fue un refugio para presidentes como Juan Domingo Perón y Arturo Frondizi, y recibió a figuras internacionales como el rey Leopoldo III de Bélgica y el astronauta Neil Armstrong. Su campo de golf de 18 hoyos, diseñado en 1937, se consolidó como uno de los mejores de Sudamérica. Sin embargo, con el tiempo, la administración pública enfrentó dificultades económicas, y el hotel empezó a deteriorarse. En 1979, el gobierno militar decidió desprenderse del hotel y lo concesionó a privados. La empresa Hoteles Sudamericanos S.A. tomó el control, pero la gestión fue un desastre: el mantenimiento decayó, las alfombras se gastaron, las paredes se llenaron de humedad y el servicio perdió su prestigio. Para 1989, el hotel estaba en quiebra, y en 1990 cerró sus puertas. Durante tres años, quedó abandonado, un gigante silencioso rodeado de maleza, hasta que un nuevo capítulo comenzó. En 1991, la familia Sutton, liderada por Eduardo y Ted, vio el potencial del Llao Llao. Tras negociar con el gobierno, compraron la concesión por 20 años y se asociaron con el grupo IRSA y George Soros para invertir 15 millones de dólares en su restauración. El arquitecto Edgardo Minond supervisó la obra, respetando el diseño de Bustillo pero modernizando instalaciones. El 3 de diciembre de 1993, el hotel renació con 162 habitaciones, un spa, piscina climatizada y un restaurante de alta cocina. Desde su reapertura, el Hotel Llao Llao se ha consolidado como un resort de lujo de clase mundial. En 2001, se agregó el Ala Moreno, con 43 suites y un lobby vidriado con vistas espectaculares, elevando la capacidad a 205 habitaciones. En 2007, la concesión se extendió hasta 2037, y en 2018, para su 80° aniversario, se renovaron interiores y se instaló un sistema ecológico de calefacción. El hotel ha recibido a líderes como Bill Clinton (1997), Barack Obama (2016) y Emmanuel Macron, además de celebridades como Antonio Banderas y Shakira. En 2023, fue sede de una cumbre de empresarios del G20, y su campo de golf sigue siendo un imán para aficionados. Ha ganado premios como “Mejor Hotel de Argentina” por Condé Nast Traveler y TripAdvisor en varias ocasiones, incluyendo 2024. El incendio: Hay rumores de que el fuego de 1939 fue intencional, ligado a disputas políticas, pero nunca se probó. La campana: Una campana de bronce de la primera etapa sobrevivió al incendio y hoy se exhibe en el lobby. Cine: Apareció en películas como La Patagonia rebelde (1974) y series internacionales. Hoy, el Llao Llao es más que un hotel: es un símbolo de resiliencia y de la belleza patagónica. Desde su mirador en el hoyo 18 del golf, con el lago y los cerros de fondo, entendés por qué Bustillo lo soñó aquí.
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