sábado, 8 de marzo de 2025

Vista de la Capilla San Eduardo en Llao Llao y del paisaje cordillerano en el Lago y Parque Nacional Nahuel Huapi, Bariloche, Argentina (1940)


La Capilla San Eduardo es una pequeña joya arquitectónica enclavada en el Parque Nacional Nahuel Huapi, a unos 300 metros del icónico Hotel Llao Llao y frente a Puerto Pañuelo. Su historia está íntimamente ligada al auge turístico de la región en la década de 1930, impulsado por la visión de Exequiel Bustillo, entonces presidente de Parques Nacionales, y al talento de su hermano, el arquitecto Alejandro Bustillo. La capilla nació como parte de un proyecto más grande para embellecer y desarrollar la zona de Llao Llao. En 1934, tras la creación del Parque Nacional Nahuel Huapi, Exequiel Bustillo soñó con transformar la Patagonia en un destino de lujo y naturaleza. Mientras Alejandro diseñaba el Hotel Llao Llao, Exequiel vio la oportunidad de añadir un toque espiritual al paisaje. Durante la inauguración del hotel el 8 de enero de 1938, Exequiel aprovechó la presencia de figuras influyentes, como Juana González de Devoto, una acaudalada dama de la sociedad porteña, para proponer la construcción de una capilla. Según cuenta Juan Martín Biedma en su Crónica histórica del lago Nahuel Huapi, Exequiel le dijo a Devoto: “Aprovechando la presencia del obispo de la Patagonia, me propongo iniciar una suscripción para construir al lado del hotel su futura capilla”. Ella, emocionada, donó el dinero necesario, y así se puso la primera piedra. La capilla fue diseñada por Alejandro Bustillo y construida en 1938, el mismo año que el hotel abrió sus puertas. Bustillo eligió un estilo montañés con rasgos neogóticos, usando materiales locales como troncos de ciprés, tejuelas de alerce y piedra toba verde, los mismos que empleó en el hotel. Esto no solo creó una armonía visual entre ambos edificios, sino que también los integró al entorno natural de lagos y montañas. La capilla se alza en una suave elevación, accesible por una escalinata de piedra que le da un aire de majestuosidad sencilla. El nombre "San Eduardo" tiene una historia emotiva. Se eligió en memoria de Eduardo Justo, hijo del presidente argentino Agustín P. Justo, quien murió trágicamente en un accidente aéreo el 9 de enero de 1938, justo un día después de la inauguración del hotel. El accidente ocurrió en Paso de los Libres, Corrientes, y marcó un contraste sombrío con la celebración en Bariloche. La capilla, entonces, no solo fue un regalo a la región, sino también un homenaje a esa pérdida. Con el tiempo, la capilla se enriqueció con aportes de grandes artistas argentinos. En 1960, los vitrales originales se dañaron y fueron reemplazados por nuevos, diseñados por Vicente Forte y elaborados por Araceli Vázquez Málaga. Estos vitrales, bendecidos en 1970 por Monseñor José Borgatti, juegan con la luz de manera mágica, llenando el interior de colores cálidos. Más tarde, en 1973, el pintor Raúl Soldi, amigo de Forte, visitó la capilla durante un viaje a Bariloche. Al ver los vitrales, exclamó: “Si Vicente donó eso, yo también puedo contribuir”. Así nació el retablo en forma de cruz que decora el altar, con escenas de la vida de San Eduardo el Confesor, un rey anglosajón conocido por su sabiduría. Soldi lo pintó con su estilo característico, lleno de espiritualidad y detalle. La Capilla San Eduardo no es grande ni ostentosa. Su planta es simple, rectangular, con un techo a dos aguas y una torre campanario que le da un aire pintoresco. Pero su ubicación es privilegiada: desde allí se ven el Hotel Llao Llao, el lago Nahuel Huapi y los cerros López, Capilla y Tronador. Es un lugar que combina fe, historia y naturaleza, lo que la hace tan especial. Hoy, la capilla es un punto turístico muy visitado, aunque sigue siendo un espacio tranquilo, ideal para una pausa reflexiva o para sacar fotos espectaculares. Está abierta al público, y aunque no hay visitas guiadas formales, su cercanía al hotel y a Puerto Pañuelo la hace accesible para quienes recorren la Avenida Bustillo (km 25,5). Todavía se usa para ceremonias ocasionales, como bodas, y su estado de conservación es impecable gracias al cuidado del Parque Nacional. La Capilla San Eduardo, conocida por estar en la zona de Llao Llao, es un testimonio del sueño de los Bustillo por hacer de Bariloche un lugar inolvidable. Construida en 1938 con el apoyo de Juana de Devoto y adornada por artistas como Forte y Soldi, es mucho más que una capilla: es un pedacito de historia patagónica que respira arte y naturaleza. 

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