Ese día, durante una misa solemne en el Vaticano, se presentó por primera vez al público la bóveda de la Capilla Sixtina, pintada por Miguel Ángel Buonarroti, en lo que se considera una de las obras pictóricas más complejas y sublimes de la historia del arte occidental. La historia de esta obra monumental comenzó con tensiones entre gigantes del Renacimiento: Leonardo da Vinci, Rafael, Bramante (arquitecto del Vaticano) y el propio Miguel Ángel. El encargo inicial fue para Piero Matteo d'Amelia, quien decoró la bóveda con estrellas doradas sobre fondo azul, siguiendo la tradición medieval. Pero el Papa Julio II, insatisfecho, convocó a Miguel Ángel en 1508 para crear algo más ambicioso. Miguel Ángel, escultor más que pintor, aceptó el reto de cubrir más de 500 m² de superficie con escenas del Génesis, adaptadas al intrincado diseño arquitectónico. Trabajó solo durante cuatro años, acostado boca arriba sobre un andamio, aplicando la técnica del fresco, que exige pintar sobre yeso húmedo sin posibilidad de corrección. Cada color debía probarse previamente, ya que la humedad alteraba su tono final. El artista y biógrafo Giorgio Vasari escribió: “Una realización personal que, entre las difíciles y bellas, es bellísima y dificilísima”. La Capilla Sixtina no solo transformó el arte sacro, sino que redefinió el papel del artista como creador absoluto, capaz de plasmar lo divino con lenguaje humano. #Scroll1512 #SixtinaRevelada #MiguelÁngelEterno #FrescoDivino #CúpulaDeFe #mendozantigua
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