viernes, 26 de diciembre de 2025

📌 1904: La última broma de Chéjov, un entierro digno de sus ironías



Antón Pávlovich Chéjov, uno de los dramaturgos más brillantes de la Rusia zarista y maestro del cuento corto, murió en 1904 en el Imperio Alemán, lejos de su natal Rostov del Don. Médico de profesión y escritor por vocación, solía decir: “La medicina es mi esposa legal, la literatura, solo mi amante”. Desde joven padeció tuberculosis, enfermedad que lo acompañó hasta el final de sus días. Aunque dejó obras inmortales como Las tres hermanas, La gaviota y El jardín de los cerezos, su propio funeral terminó siendo su “última obra”, cargada de un humor involuntario que parecía escrito por él mismo. Su cuerpo fue trasladado a Moscú en un vagón refrigerado junto a un cargamento de ostras, y debía ser enterrado en el prestigioso cementerio Novodevichi, reservado para las celebridades rusas. Sin embargo, al llegar a la terminal ocurrió un error insólito: los deudos confundieron su féretro con el del general Keller, héroe militar muerto en Manchuria. El cortejo fúnebre se convirtió en una escena surrealista: intelectuales como Maksim Gorki y Konstantín Stanislavski lloraban desconsolados frente al ataúd equivocado, mientras el verdadero cuerpo de Chéjov era escoltado por militares al ritmo de marchas solemnes. Solo su madre, fiel a su hijo, advirtió la confusión y permitió que se corrigiera antes del entierro. Este episodio, digno de una película de Fellini, reforzó la imagen de Chéjov como un escritor irreverente que incluso en la muerte dejó una historia cargada de ironía. #Chejov1904 #ÚltimaBroma #LiteraturaRusa #Novodevichi #HumorInvoluntario #MemoriaCultural

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