La tercera cruzada, como las anteriores, realizadas por caballeros, si bien no habían podido conseguir el objetivo principal de conquistar las tierras del santo sepulcro, que seguía en manos musulmanas, contaban con cierto respaldo y prestigio. Esta cuarta cruzada no contaba con el apoyo de las realezas Alemana, Francesa e Inglesa, y reunieron como pudieron 34 mil hombres y 4 mil caballos y partieron de Venecia hacia Egipto, contrayendo una importante deuda por el transporte. Estando en la conquistada Zara, recibieron a un mensajero de “Alejo”, aspirante al trono Bizantino, en el que les proponía desviarse a Constantinopla, deponer al rey ilegítimo “Alejo III” a cambio de saldar su deuda con Venecia. En julio de 1203 los cruzados sitiaron Constantinopla, el emperador decidió huir y poner en el trono a “Isaac II Angelo”, padre de “Alejo”, con ellos este pudo acceder al trono y prometió empezar a pagar lo acordado a los cruzados que esperaban en las afueras de la ciudad. Luego de meses de espera se dieron cuenta que el pago no se realizaría y tomaron la decisión de conquistar la ciudad y poner a un gobernante latino, quizás Bonifacio, el jefe de la expedición. El ataque comenzó el 6 de Abril de 1204 pero una férrea resistencia los detuvo una semana, finalmente el 13 de Abril el ejercito cruzado entró en Constantinopla, los relatos de lo sucedido que han llegado hasta nuestros días son aterradores, comenzaron saqueando las iglesias de las que se llevaron todos los ornamentos, palacios y edificios públicos fueron arrasados, todas las riquezas artísticas devastadas, la biblioteca incendiada y hasta se robaron los monumentos, como los caballos de mármol del hipódromo que hoy adornan la plaza San Marcos en Venecia. La misión que se había iniciado con motivos santos y de liberación de Constantinopla terminó de manera vergonzosa, en 1205 se dio por terminada la cruzada sin siquiera haber intentado conquistar tierra santa.
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